lunes, 27 de septiembre de 2021

¿Qué hice en mi vida?

 

Muchas veces escuché y vi personas que, al llegar a su vejez, pensaron profundamente, por muchos y muchos días, con nostalgia, también con tristeza, en el camino que recorrieron en su vida. También vi lo mismo en otros después que su salud quedó quebrada definitivamente.

Siempre me pregunté por qué, cuando el Sol se está poniendo en el horizonte es cuando recién nos damos cuenta que el día termina y que quizás no fuimos capaces de disfrutarlo y agradecerlo.

He comprobado que la vida puede mirarse desde puntos de vista muy distintos, de un momento a otro sin que pase nada en el mundo que nos rodea, podemos ver una situación desde una perspectiva muy distinta, tan sólo porque cambió nuestro estado emocional, o porque nuestra conciencia cambió su enfoque.

Así una vida puede verse por los fracasos sucedidos como también por los éxitos logrados.

En la perspectiva de ver mi propio pasado, puedo pensar haber tenido una vida sin gracia, con pocas alegrías, sin suficientes victorias, con pocas metas logradas… O también una vida llena de dones recibidos y muchos momentos de alegrías. Es como decía, un punto de vista, ver el medio vaso lleno o el medio vaso vacío.

Sea como sea, la misma vida, la misma experiencia, no se ve igual en su mismo momento que muchos años después. Una relación que se quebró en su momento pudo parecer algo terrible, pasado el tiempo aceptar que así fue mejor, pues la relación ya no era buena para ninguna de las partes. Un trabajo que se perdió, dio paso a un nuevo camino, que seguramente no nos animábamos a emprender, y al mismo tiempo trajo enseñanzas que eran necesarias para nuestra Alma.

Hoy puedo ver todo lo hecho o lo que nunca fui capaz de hacer. Hoy también veo, todo aquello a lo cual me aferré por miedo al cambio, por miedo a lo desconocido, miedo que lo que pudiera llegar fuera peor, sin dar la oportunidad a que eso nuevo fuese mucho mejor.

Me he dado cuenta que las experiencias pesan de una manera en la mitad de la vida, y muy distintas se valorarán cuando como yo, que ya he pasado mis sesenta años.

Recuerdo esa expresión, “pararse sobre una cima y mirar atrás”, y así evaluar la vida que he pasado, juzgarme a mí mismo y por lo tanto sentirme bien o mal según mi propio juicio personal. Claro, también puedo mirar de la misma manera sentado mirando el atardecer o en mi cama a la hora de dormir. Ojalá muchas más veces me detuviera a mirar mi camino recorrido, pero desde la perspectiva de mi Espíritu.

He observado como durante gran parte de mi vida, di mucho valor a vivir bien, disfrutar y pasar lo mejor posible en aquellos lejanos tiempos, pero hoy día veo que quizás esa búsqueda de pasarla bien, fue un error. El error de no haber ayudado más a quienes pude ayudar sólo por mantenerme en la postura de la comodidad. El error de no haber hablado de cosas importantes con seres queridos que ya se fueron.

Hace muchos años me dije ¿cómo es eso?, ¿disfrutar esta vida, es un error? No, pero tampoco debe ser ese el eje o el foco en la vida.

Caí en el error que nuestra propia sociedad nos empuja, a triunfar, a buscar ser el mejor, en fin, para que luego de pasados muchos años me diera cuenta que, todo eso es vano. La competencia nos lleva a separarnos cada vez más de quienes nos rodean y lo peor al mismo tiempo nos alejamos de nuestra propia esencia.

Competir es innecesario y al mismo tiempo malo para las relaciones. Competir es interminable, pues las competencias no cesarán nunca y lo peor es que siempre será por cosas vanas, cosas que el tiempo desvanece rápidamente.

El primero de hoy, mañana dejará de serlo, el mejor de todos, también dejará de serlo. Y, además, ¿qué importa ser el mejor? Importa sólo para el Ego, no importa para el Espíritu que mira desde la Eternidad, y que ve que haber querido ser el mejor fue un dejar pasar la oportunidad de colaborar con los otros.

La sociedad en la que vivimos nos empuja a competir, y lo más paradójico es que muchos que logran tener éxito, que por ejemplo llegaron a la posición que aspiraban en su trabajo, y que para ello tuvieron que perjudicar a otros para lograrlo, días después que logró ese lugar, ese mismo logro trajo un estado de angustia que no es nada fácil superar, que la soledad que trajo pesa demasiado y para colmo de todo, el mismo logro dejó de tener significado, pero ya no se puede volver atrás.

Debemos tener muy presente que todo aquello que hacemos nos vuelve, si hacemos mal a otros pensando sacar una ganancia, esa ganancia tendrá algún costo elevado en nuestra vida. Si hacemos nuestro esfuerzo por ayudar a otros, aunque no se vea esa ayuda, la ayuda hacia nosotros en cualquier otro plano llegará.

Tengo el convencimiento que todo depende de la Fe que tenemos.

Si una persona no tiene Fe, vive convencido que, dado que al morir todo se termina para él, entonces vivirá de manera de pasarla lo mejor posible en todo momento. Claro a medida que se acerque a la vejez su disfrute irá atenuándose paso a paso y sin remedio.

Y así comenzará en algún momento de su madurez a convivir con tristeza, con nostalgia, con un sentimiento de que algo no estaba tan bien en su vida. Que por esa vida que eligió nunca vivió o disfrutó de una Paz interior.  Vivió siempre queriendo alcanzar algo que jamás tendría.

Una vida con objetivos errados, que sólo dieron estrés. Es muy común que muchos viven sin pensar en su madurez y su vejez, evitaron pensar en ella y entonces dado que la vejez llega siempre, vivirá bajo una constante angustia de no ser capaz de encontrar valor a nada por todo aquello que durante tanto tiempo valoró y que además ya su cuerpo no le permite disfrutar como antes y ya nunca más será así.

Por más que uno se mire en el espejo y diga tengo 53 años, pero me veo como si tuviera 45, ¿de qué sirve pensar así? ¿Vivir así? ¿De qué sirve a una persona haber sido el mejor hace 20 años? ¿Acaso justifica el precio de una ventaja temporal vivir lejos de todos?

Por otro lado, aquellos que, si tienen Fe, quizás comienzan a angustiarse por la culpa de haber actuado egoístamente en su vida y crece el miedo que quizás no tengan suficiente tiempo para redimirse con el Gran Creador, que quizás no puedan alcanzar el perdón divino.

El peor juez es uno mismo.

Nunca es tarde para tomar la decisión correcta.

A veces es necesario que ocurran cosas duras para que la gente cambie su vida. Aferrarse al camino errado lleva siempre al quiebre, al dolor.

No tenemos que llegar al punto de sufrir un gran dolor para aceptar obligados por fin cambiar.

Y si no sabemos qué hacer o cómo, tan sólo aceptar soltar nuestra terquedad y pedir ayuda a los ángeles, y para hacerlo cualquier palabra es suficiente.

Me sucedió tiempo atrás que cada vez que recomenzaba un período de plegarias diarias, comenzaba una etapa de muchas oraciones, pero lamentablemente esos días estaban acompañados por una pesada carga, poca paciencia y poca Fe. Entonces, pasado un tiempo renegué de todo eso pues no veía llegar la ayuda que yo pedía.

Veo hoy, que muchos de esos días durante mis plegarias caí en el error de prestar atención al peor juez, mi Ego, o también la parte oscura de mí mismo, esa parte negativa de mi ser que constantemente me distrajo o insistía que nada lograría pues yo tenía un pasado nada aceptable que impedía que mis plegarias ni siquiera fueran escuchadas.

Otras veces en una forma más simple, me acusaba a mí mismo que la ayuda, tan necesaria a mi forma de ver… no llegaba pues yo no lo merecía.

Entonces pedí comprender y eso tampoco se cumplió.

Muchas veces no fui capaz de seguir adelante en mi camino espiritual, muchas veces no fui capaz de continuar con mis plegarias diarias, esos días mi Ego venció. 

Quien no se ha preguntado ¿Quién soy yo?  ¿Qué busco? ¿Me sirve de algo insistir en mis plegarias? ¿Cuál era la respuesta a esas preguntas frente a mi altar?

¿Quién soy yo?  ¿El creyente que reza cada día en mi altar o el monstruoso camaleón que constantemente molesta durante mis rezos, durante mi diario vivir, que acusa, critica, se queja, reclama y se lamenta? Pues, en fin, esa parte oscura de mí, tiene muchas las caras y ha sido siempre un rival difícil de mantener alejado o callado.

¿Quién soy yo entonces?, ¿El tenaz creyente que reza a pesar de la desagradable compañía en mi interior?, ¿Soy el monstruo? ¿soy ambos? ¿No soy ninguno?

Aun hoy, después de tanto tiempo, no puedo parar de escuchar todas las voces que me dicen que soy malo, que me equivoqué tantas veces y que, continuaré equivocándome, que seguiré echando a perder mis oportunidades, que continuaré haciendo las cosas mal y continuaré arruinando mi vida y mis relaciones.

Pero aun… cuando toda mi meditación tambalea… logro de alguna manera enfocarme y darme cuenta que esa voz no soy Yo… es mi Ego que lucha contra mi Voluntad de superarme. El mismo Ego que, una y otra vez ha provocado todos mis errores, o sea esa misma parte oscura de mí, que provocó tantos errores en mi pasado, ese mismo que busca siempre bloquear mis plegarias.

Desesperado muchas veces pensé, no entiendo por qué no puedo simplemente parar de escuchar esas voces, no entiendo por qué me odio tanto. ¿Por qué no soy capaz de doblegar a mi Ego?

¿Por qué pido lo que pido en mis oraciones? ¿Para evitar el dolor? ¿para vivir mejor? ¿para que mi vida y mi camino sea más fácil? No, pues quien pediría eso sería mi Ego, porque además el Ego no estará nunca interesado en rezar, solo le interesa pasarla bien y hacer lo que quiere egoístamente.

Hay una parte de mí que está en medio de esos oponentes, una parte que tanto el Ego como mi Alma luchan por llevar a su camino, sea esta, a mi entender mi Conciencia.

Muchas veces ese enemigo interior me repite una y otra vez ¿En qué momento del día veo o siento como concedido lo que pido en mis plegarias?

También me dice, ¿acaso actúas durante el día tal cual lo que rezas, o al volver al mundo cotidiano te olvidas de todo?

Estando mi conciencia sufriendo así, me he preguntado ¿Cuándo, en qué momento lograré no volver a caer en las tentaciones de mi Ego?

Comprendo que no soy sólo Espíritu, no puedo negar la existencia de mi Ego, ni tampoco negar su influencia ni su poder hasta hoy imbatible.

En esa lucha puedo decir que felizmente hoy, por fin, he avanzado, pues los cuestionamientos de mi Ego durante mis oraciones a pesar de seguir presentes, quedan de lado. Y aunque insista en molestar, cada vez que se cruza durante mis plegarias o en mi camino espiritual, logro reencontrar mi camino, logro sostenerme y avanzar a mi humilde ritmo y mi Conciencia volver a estar atenta a mis plegarias.

A pesar de todas las dificultades y gracias a Dios, he logrado una y otra vez continuar adelante, rezando mis plegarias, pues al hacerlo me siento dentro de mi refugio y sólo puedo interpretar esa tranquilidad o esa certeza, en los susurros de mi ángel que me alienta a seguir adelante.

“Comprendan en qué tiempo estamos, y que ya es hora de despertar. Nuestra salvación está ahora más cerca que cuando llegamos a la Fe. La noche ya casi ha pasado y el día está próximo, renunciemos pues a las obras de la oscuridad y revistámonos con la armadura de la Luz.”                                                                Romanos 13: 11 y 12

Después de muchos años de empezar y abandonar mis trabajos espirituales, una y otra vez, un día logré entender algo, tanto yo, como muchas personas no tenemos idea que es lo que realmente debemos pedir, o también que plegarias son más adecuadas. Que, si ni siquiera tengo idea cual es mi camino a seguir, tampoco a dónde debo llegar.

¿Qué pedir entonces? ¿Que los ángeles quiten las piedras de mi camino? ¿Que me tomen de las manos y me arrastren al camino correcto para que así yo no erre más? Supongo yo que, los más elevados seres de Luz deben respetar nuestro libre albedrío y ellos sólo pueden colaborar. Entonces, ¿en qué debo enfocarme?, en conquistar mi paz interior, en dominar todo lo posible la lucha interior y así en el silencio ser capaz de oír las palabras o respuestas de los seres de Luz.

Un día en medio de mis plegarias, cuanto noté que casi siempre cambiaba algunas palabras de las tradicionales oraciones, me detuve, callé por unos segundos y salió de mi interior decir:  Pero Señor, así es como yo se rezar, así es como siento que debo rezar. No soy capaz de rezar de otra manera. Sólo así soy capaz de mantenerme atento y centrado en ellas.

Y entonces, como rezar antiguas plegarias textualmente como fueron escritas hace tanto tiempo se me hacía difícil, comencé a escribir mis propias plegarias, que comenzaron a ser cada vez más desarrolladas, más personales, más profundas que las tradicionales plegarias y poco a poco me fui aferrando a ellas. Pues mis plegarias personales no sólo hablan de todo aquello que quiero y necesito sanar, a mi entender, sino que además es un recordatorio diario de mantener mi compromiso en perseverar por avanzar en su logro.

 

Otro camino que tuve que andar y desandar, fue vivir con metas o sin ellas. Ya que las metas eran las equivocadas, lugares inaccesibles, así muchas veces me llevaban al error o la soledad. Intenté entonces vivir sin metas intentando dejar fluir la vida como venía.

En ese camino de resignación, de no atender mis deseos, no esperar nada sino dejar que fuera el Gran Hacedor que marcara mi camino diario, fue tan sufrido como los otros, pues poco después me acusé de conformista, o que hacía mis plegarias tan sólo para cumplir con algo que ni siquiera entendía. También de no ser capaz de sostener un camino de esfuerzo y Fe.

Sentí que estaba mal tan sólo rezar y que Dios envíe su ayuda y que los ángeles me empujen en el camino que yo mismo debo realizar para alcanzar mi salvación.

En esos tiempos lo único que comprendía era que sólo aferrándome a la Fe que tenía era como podría acercarme a una vida de más tranquilidad interior. Y por ello, busqué de muchas maneras distintas, rezar, meditar, pensar lo más posible en cosas positivas. En fin, vivir buscando un camino posible para mí, que fuera sostenible de acuerdo a mis capacidades, mi Voluntad y mi persistencia, en ese peregrinaje en mi diario vivir intentando avanzar hacia la Luz.

Muchas veces pensé, ¿qué me da derecho a mí a molestarme por no recibir la ayuda que pido tan sólo por rezar un tiempo? Este mundo, esta vida, es un desafío, una escuela, dura para algunos, o incomprensible para otros. Pensé, si yo le reclamo a Dios, al Gran Creador, entonces ¿qué pasaría si El me reclamara a mí?

A pesar de todo lo anterior, un día logré comenzar mis amaneceres en un ritual de plegarias y pedidos a los seres de luz, más aún logré sostenerlo y cada día volverlo a hacer. Después de rezar diariamente por muchos meses, un día SI comprendí algo, que el día se me hace insoportable si no empiezo mi día con mis plegarias.

Mi Ego puede insistir que no he recibido ninguna bendición, ningún crecimiento espiritual, ninguna mejoría notoria, ninguna respuesta a mis plegarias… Sin embargo, me ha sido evidente que esas horas dedicadas a mis plegarias me renuevan y purifican la energía de mi Alma. Que esas horas de plegarias son en la mayoría de las veces, el mejor momento que tengo en el día.

Con el tiempo me di cuenta que, lo mejor es sostener honorablemente el camino espiritual que cada uno es capaz de hacer, sea en mi caso realizar un ritual de plegarias en cada amanecer dejando abierto que recibiré la ayuda que el Gran Creador considere adecuada, y si pasa el tiempo y esa ayuda no la veo llegar, continuar de cualquier manera, pues el sólo hecho de continuar cada día mi trabajo espiritual me da la tranquilidad interior de hacer en cierta forma mi mejor esfuerzo diario, y entonces yo mismo puedo defenderme de mis propios juicios y así estar más en Paz con mi Alma y mi Espíritu.


He visto muchas personas que tienen un enorme problema llamado ambigüedad, sufren por la culpa de no mostrar su gratitud a Dios, al Gran Creador, o sea de rezar todos sus días, pero por otro lado no tienen la voluntad suficiente para hacer lo necesario para cambiar.

Todos aquellos que tienen Fe, un día comprenden que la redención no se compra con dinero, se logra con devoción.

También que el Camino espiritual es un gran compromiso, que debe sostenerse con trabajo diario, honestidad y humildad.

Nunca es tarde para tomar la decisión correcta. Siempre es el momento correcto para abrazarse a la FE y aferrarse a ella y no soltarla nunca más.

Y quien acepta el desafío de invocar plegarias, tendrá que hacerlo con Fidelidad, es decir no se puede rezar en una hora del día y el resto hacer lo que convenga pensando que por rezar se está perdonado.

El valor misterioso (intangible) de la Fe y de la dedicación diaria a la plegaria, es justamente la incertidumbre de lo que se avanza. La sensación de no hacerlo es al mismo tiempo el faro que alumbra hacia dónde ir, de redoblar el esfuerzo para alcanzar ese lugar, ese estado del Ser, que… aunque no tenemos certeza de cómo es, ni donde está, queremos, anhelamos, ansiamos llegar.

A mi entender de hoy, ¿Qué es rezar?

Es liberarse de toda competencia, no se debe rezar para logar algo. Sólo enfócate en limpiar y purificarte a ti mismo, que sea para aprender a liberarte de todo mal, de fortalecerte para no caer en las muchas tentaciones que invitan abandonar el camino de la Fe.

Aun así, mi consejo es no marcar logros a conquistar, ni siquiera en la más mínima virtud, puesto que, repito, no somos nosotros capaces de comprender que es lo más importante en lo que debemos mejorar, corregir, cambiar y por ello, si esforzarnos diariamente pidiendo ayuda, asistencia a mejorar los defectos que más claramente vemos en nosotros, después soltarlos y tener Fe que, algún día esas carencias serán virtudes. Y no es nada poco, repetirnos a nosotros mismos todo aquello que queremos corregir.

Algún día, esperando con Fe, todo llegará en su momento trazado por Dios.

Entonces, hacer un trabajo espiritual diario y no esperar nada, ¿No es bueno? No lo es, pues significa no tener Fe. Considero que hay que asumir la obligación del esfuerzo diario y constante y al mismo tiempo soltar con Fe al Gran Espíritu y sus seres de luz la ayuda que tenga que ser.

Comprendí que la ansiedad de esperar algo concreto que mi Ego o mi mente espera es el gran error a evitar. Justamente allí está la Fe, no ser capaz de comprender que es más importante o lo mejor para mi destino, pero creer totalmente que la ayuda llegará, aunque no sea capaz de verla.

Espiritualidad es la decisión de Trascender nuestros errores conocidos, luchar contra ellos con compromiso, dedicación y FE, seguir y seguir en nuestro peregrinaje hacia nuestro interior buscando el reencuentro con nuestra Alma y Espíritu. Seguir siempre y cada día, mirando hacia adelante en nuestro camino de purificación.

 

Hace muchos años, en un retiro una amiga me comentó:

-       He repetido mantras miles de veces, hice muchos retiros con grupos, también a solas, recé a Dios, recé rituales de tribus indígenas, también de la India, del Tíbet, recé en rituales de magia. Cada vez, una y otra vez sólo encontré silencio y luego desesperación y soledad. A pesar de todo eso, no sé por qué, aquí estoy otra vez en un nuevo retiro.

Cuando ella calló, asentí con mi cabeza, poco después le dije.

-        Amiga, estoy convencido que lo que importa es la Fe y buscar todas las veces que sea necesario encontrar tus propias respuestas, o mejor aún encontrar tus mejores preguntas, después, esperar con Fe que un día las respuestas, o la señal de cuál es tu mejor camino llegará. Creo que la Fe sin importar logros es la Fe más fuerte que puede haber.

Le sonreí y agregué:

-       Y aún aquel que no cree, que piensa que su Fe es muy pequeña o débil, considero que debe continuar de cualquier manera, sus plegarias por su paz interior. Si rezas, entonces tienes Fe. Después de todo, ¿Qué precio estarías dispuesta a pagar por alcanzar la iluminación?

Ella agradeció y quedó en silencio, unas respiraciones después la dejé sola en su meditación.


Santo Tomás de Aquino dijo una vez: Tres cosas son necesarias para la salvación del hombre, Saber que debe creer. Saber que debe querer. Saber que debe hacer.


El poder de las plegarias es grande, aunque no seamos capaces de sentirlo. Repetir plegarias fortalece nuestra Fe y además expresamos nuestro libre albedrío hacia los seres de luz que deseamos su ayuda.

Nuestros problemas interiores parecen una debilidad, quizás por momentos insuperables, suéltalos y deja de enfocarte en ellos cada día, no son tan importantes. Sí es importante reconocerlos y hacer lo posible por superarlos. Rezar por ayuda es importante, pero, sobre todo, recordar en todo momento que buscamos superarlos sin metas o logros elegidos.

Es importante soltar las ilusiones, los deseos son malos consejeros, también soltar los convencimientos de otros (el camino de cada persona es diferente). Por ello es importante vaciar los viejos conceptos errados, que fueron impuestos en nuestra mente, para hacer lugar a lo nuevo. Vaciarnos de lo que no nos permite avanzar y que dañan nuestra autoestima, como la competencia que es una necesidad del Ego.

Cuando sueltes y descartes toda la basura que te han cargado en tu mochila y las que tú mismo aceptaste sin darte cuenta, te sentirás liviano y de pronto lleno de Luz.

Al soltar las ataduras y los convencimientos no queda dolor, no hay heridas, porque sólo eran ilusiones. Y si puedes, ayuda a otros a hacerlo.

 

¿Quieres Paz? deja de pensar en el pasado, también en el futuro, el presente es lo que importa y sólo podrá alcanzarte cuando estés en el vacío.

Y si alcanzas tu propio vacío, la alegría y amor que podrás mostrar tocará a todos y a cada cosa que haces.

Intenta que cada minuto de cada día sea sabiamente utilizado. Haz tu mejor esfuerzo para que sea tu Conciencia conectada a tu Alma quien dirija tu vida y no tu mente al servicio del Ego.

Debes aceptar que todo lo que te pertenece, al partir de este mundo, de esta vida, todo eso pertenecerá a otro. En cambio, todo lo que tú eres es tuyo para siempre. Todo paso avanzado en el camino espiritual será para toda la eternidad.

Estoy convencido que nuestra atención debe estar puesta en:

La alegría de sentirse pleno aún en ausencia de cosas. No necesitamos nada para ser felices, eso es un error que nos han inculcado. Seguro, no es fácil, pero en eso debemos trabajar.

La Felicidad de sentir Armonía en compañía de otros. Si no logras estar en armonía pues alguna persona cercana te hace sentir mal, deberías buscar que aspecto te está mostrando que seguramente aún no has sanado en ti mismo y por lo tanto agradecerle en silencio, por ayudarte a recordarlo.

La belleza del Amor que logramos sentir en algunos momentos de nuestra vida. Todos tenemos días de bienestar y deberíamos agradecerlos y recordarlos en otros momentos difíciles para no permitirnos pensar que todo es difícil en nuestra vida. Si es difícil el camino que podemos elegir en nuestro libre albedrío, pues si necesitamos aprender desde el dolor, pues así será, pero también podemos elegir aprender en el camino de la paz.

La Paz del silencio. La simplicidad de la vida. Conquistar el silencio interior es una maravilla que podemos conquistar paso a paso a través de nuestra diaria tarea espiritual, en el transcurso de ese camino comprenderemos algún día que, en la sencillez de la vida, libre de ataduras y deseos estamos cerca de la felicidad.

Quien reza es porque tiene Fe, y si tiene Fe, encontrará un día su mejor camino a la Luz de Dios.

La Esperanza, la Fe y el compromiso firme en la tarea espiritual de cada diaria nos lleva hacia la convicción que somos más que nuestra parte física.

Con Fe y esfuerzo sincero abrirás en el momento adecuado el pasaje del puente hacia realidades inexplicables, un plano o un lugar donde seremos mucho más que quienes somos hoy. Y con el tiempo de esfuerzo llega a la comprensión que la Iluminación, o la Sabiduría son alcanzables.

Aquellos que han conocido otros planos, o han avanzado algún paso importante en su camino espiritual aprendieron a lidiar con la incredulidad, a aceptar que siempre habrá personas que no creerán en lo que ellos hacen o dicen.

Los escépticos nunca tendrán suficientes pruebas y quienes tienen Fe no necesitan pruebas.

Deja de lado la simple idea de poner un plazo para logar un paso en tu camino hacia la Luz. Piensa esto, ¿te hace feliz tu momento de plegarias o tu momento de meditación? Si te da alegría, o paz al hacerlo entonces ya tienes el mejor logro. Y si aún no te da la alegría suficiente, entonces espera pronto llegará el día que te sentirás sencillamente bien tan sólo por repetir tus plegarias y ya no querrás dejar de hacerlo.

Venimos a este mundo a aprender, por una razón que somos incapaces de comprender no tenemos una conexión con nuestra Alma ni nuestro Espíritu, y claro tampoco con los elevados seres de Luz.

Podemos vivir años de plegarias pidiendo un mensaje o una conexión con los elevados seres de Luz y mientras nos mantengamos pendientes y aferrados a la llegada de esa ayuda seremos incapaces de ver el más sencillo paso que tenemos enfrente.

 

Al morir, nuestro espíritu vuelve a tomar el control de nuestra existencia y se abre una puerta donde podremos encontrar esa conexión que tanto buscamos con los elevados seres de Luz por nosotros mismos.

Aun así, uno mismo en esta vida puede conquistar la comunicación con planos trascendidos, y para ello, no es imprescindible ir con un médium, o encontrar un maestro iluminado para que ayuden a recibir señales de los seres queridos o de seres elevados en la Luz, esas personas son solo una ayuda para lograr una comunicación más fácil, pero las señales siempre están a nuestro alrededor (luces, sonidos, vibraciones, etc.), como tantas cosas hay que trabajar en aprender a percibirlas y practicar mucho, entonces será más fácil.

Es totalmente natural querer alcanzar a tener una visión del mundo de Luz que aspiramos llegar, teniendo muy presente que a esa visión llegaremos como resultado del diario y sincero esfuerzo. Y así las cosas invisibles se irán transformando en sensaciones cada vez más claras o cercanas a nuestra conciencia.

Considero muy importante resaltar que en el mismo momento que uno siente la necesidad de una prueba, se disuelve la Fe.

La espera de ver cumplida una prueba espiritual, transforma esa espera en un sufrimiento que impide seguir adelante o que incluso mismo termina impidiendo que esa prueba se cumpla.

Lo más preciado de la vida es la incertidumbre. Sentirnos incompletos es bueno, pues fortalece la necesidad de crecer. No comprender cuál es nuestro camino diario hacia la Luz es bueno, pues muestra la necesidad de abrazarnos a nuestra propia Fe.

Es la Fe la que nos conecta con nuestra Alma, y también con los seres de Luz.

Y si tenemos Fe, entonces nos sentiremos seguros que nuestras plegarias son escuchadas y por ello soltar en manos de Dios que conceda la ayuda que necesitamos, sin dejar nosotros de hacer nuestro trabajo espiritual diario.

 

Ahora vivo mis días creyendo en la existencia de vida después de la muerte, y desde aquel día en que lo sentí así, mi vida cambió, nació la esperanza, se fortificó mi voluntad para sostener mi esfuerzo diario en mi camino espiritual y al mismo tiempo se hizo más fácil deshacerme de la pesada carga de los problemas del cada día.

Hoy vivo pensando en mi redención, en conquistar mi unificación con todo mi Ser. En encontrar mi silencio interior cuando más lo necesito y entonces así, encontrar mi mejor paso de cada día hacia la Luz de Dios.

Desde ya hace un tiempo, en cada amanecer realizo con todo mi mejor compromiso mi ritual de plegarias, un ritual que cada vez renace y evoluciona acompañando mi peregrinaje en mi camino espiritual, convencido que mis plegarias son escuchadas y que la ayuda me envuelve, aunque no sea capaz de sentirla en el momento.

Hace muchos años comparto mis experiencias y lo que he creído aprender en ellas, tal cual muchos otros caminantes también han compartido y así entre todos nos ayudamos.

Y así el día que esta vida esté cercana al fin, poder tener la paz de pensar que hice mi mejor esfuerzo por superarme y entonces mi vida no fue en vano.

 Un abrazo a todos, Paul Barbé