jueves, 2 de julio de 2020

Sanando en tiempos de epidemia


Esta epidemia mundial ha golpeado la humanidad, tomo ahora un aspecto positivo de ese suceso.
El hecho de obligar a tantas personas a quedarse en casa eso ha dado la oportunidad de reflexionar. Miles hemos tenido más tiempo, lo que para muchos puede ser visto como soledad, también puede verse como una gran oportunidad para “vernos a nosotros mismos”.
Verme a mí mismo, en el espejo de mi Alma me ha mostrado muchas cosas erradas.
  •  Un problema importante, la competencia. Nuestra sociedad nos empuja a competir y muchas veces caemos en ese error. Definitivamente competir es sufrir, nadie tiene que lograr ser mejor que nadie, sea cual sea el resultado de la competencia siempre genera dolor.

        Pero después de sufrir mucho por eso, en un momento de lucidez logro ver que ese         problema es sólo parte de un concepto que fue implantado en mi mente, pues, hay            metas que no podré alcanzar jamás,  que dañará mi autoestima intentar lograrlas y            que paradójicamente no me harían feliz. 
        Además toda competencia va asociada a una ilusión, todos esos logros son                        efímeros.
  • En momentos en que me he sentido incómodo o desconforme con mi vida, me ha costado comprender por qué parece que nada es suficiente, porque dentro del mundo material nada lo será, al mismo tiempo, nada material importa realmente pues cualquier cosa que logramos obtener en el mismo tiempo que lo obtenemos deja de tener valor.

Cada cosa que no tenemos parece importarnos y nos esforzamos por conquistarla, obtenerla y paradójicamente apenas lo tenemos ya deja de tener importancia. Eso lo podemos ver fácilmente cuando un niño recibe un regalo, apenas abre al paquete su interés baja rápidamente con los minutos, la mayoría de las veces un día después ese regalo es tan sólo uno más.
  • También me sucede a veces que paso días sufriendo por un problema dentro de mi interior, que parece una debilidad, que me llama la atención tantas veces en el día, cada día, oprimiendo mi corazón. Pero después de sufrir mucho por eso, en un momento de lucidez logro ver que el mal viene de juzgar a otros, o de pretender que hagan mi voluntad o de no ser capaz de soltar apegos o son aspiraciones de mi Ego. Sufro porque estoy aferrado a querer satisfacer metas o tener cosas que no son reales y que ni siquiera mi Alma desea.
  • Cuando miro hacia atrás, cuáles eran las aspiraciones de mi juventud, asombrado veo que prácticamente todas los logré, y sin embargo poco me consuelan esos logros hoy, y me pregunto, por qué no tuve mejores metas en mi juventud y así con los años ya las hubiera conquistado o estaría mucho más cerca de lograrlo.  

Adquirí mucho conocimiento en mi vida, pues desde mi juventud he venido leyendo mucho, eso me llevó a toda una etapa en la que mi orgullo se hinchó como un globo y obviamente me hizo pasar mal. Me ha costado muchos años contener mi Ego y volver hacia el camino de la humildad. Hace poco escuché una frase que memoricé pues es realmente movilizadora.
“¿Tienes problemas con su soberbia, con tu orgullo?, entonces ve a un cementerio y siéntate un rato, allí comprenderás donde termina el orgullo”

Un paso duro pero esclarecedor fue aceptar que todo lo que me pertenece al dejar esta vida, pertenecerá a otro, pero todo lo que yo soy, será mío para siempre.

Pero,  ¿dónde estoy ahora?, ¿qué metas serían que a través del tiempo conservaran valor?, pienso, y bueno… serían aquellas no materiales, ¿conocimiento? Si es bueno adquirir conocimiento, en caso que sea conocimiento que enriquezca mi interior, además ¿qué hacer con ese conocimiento? ¿Prevalecer frente a otros? ¿O usarlo para ayudar a otros?

El conocimiento no es necesariamente útil, pues poco sirve acumularlo, lo importante es ganar sabiduría, pues ella ayuda a encontrar el camino correcto.

Por sobre todo, ¿qué puede aspirar mi Alma en esta vida? Aprender lo que vino a aprender que le será útil en la eternidad.

Entonces, mi Alma me susurra,  he sufrido por no poder traer a mi Ser nuevos y valiosos aprendizajes, pues mi interior está lleno de ilusiones, lleno de ataduras a cosas que ya no están más.

Y cuando comprendo que cada sufrimiento era generado por una ilusión más  y logro soltar esa idea, ese sentimiento, esa emoción, y vaciar mi mente… En ese momento respiro hondo y sorprendido noto, que al soltar no queda dolor, no hay heridas, porque sólo era una ilusión más.

Entonces comprender que debo enfocarme en lo que de Alegría y Luz a mi Alma, dejar de lado las ilusiones y deseos del Ego. 
Recordar que el Alma está siempre buscando expresarse mejor y expandirse aún más, y por ello debo limpiar mi camino y dejar atrás todo lo inútil.

La Luz no entrará en tí si antes no haces un espacio descartando ilusiones y haciendo un vacío en tu Ser para recibirla.

Nunca renuncies a tus sueños, pues has recibido el don y la bendición del poder hacerlo realidad.

Medito: de todo lo que la mente atada al Ego es capaz de percibir a través de mis sentidos, todo es ilusión. ¿Pero entonces descarto todo?

Si logro permanecer tan sólo un instante dentro de mi templo interior, si logro concentrarme en ese aparente vacío, en ese instante percibiré la Luz de mi Alma, y entonces percibiré la Luz, la totalidad.

Y la alegría y amor que podré mostrar tocará a todos y a cada cosa que haga.

Intentaré entonces que cada minuto de cada día lo utilice sabiamente y así me acerque a completar mi camino hacia la Luz.

Suelto el pasado, para vivir mi presente y aquí y ahora bendigo a mi Alma y me rindo a su guía.

Que la Luz abrace a todos.