Hoy quiero compartir tres historias que sugieren una reflexión.
Ricos y pobres
Un día un padre rico llevó su hijo a casa de unos parientes pobres que vivían en el campo en una pequeña cabaña con la idea que conociera la pobreza. Cuando llegaron su primo lejano alentó al hombre que dejara su hijo por unos días para conocer mejor ese lugar.
Cuando el padre regresó a buscar a su hijo, más tarde, en el viaje de vuelta le preguntó al niño sobre lo vivido.
- ¿Viste como viven los pobres?
- Si
- ¿Qué puedes decir en comparación sobre lo que ellos tienen y nosotros?
- Papá, nosotros tenemos un perro, ellos tienen cuatro. Tu construiste una piscina de algunos metros para que nuestra familia use, ellos tienen un hermoso arroyo rodeado de bellos árboles, y entonces pueden bañarse bajo el sol o la sombra según deseen. Nosotros tenemos nuestra azotea para mirar la ciudad rodeada de nubes grises y edificios, ellos ven todo el bello paisaje del campo que los rodea o miles de estrellas por las noches.
- Nosotros tenemos un jardín enrejado para protegernos de los intrusos, ellos no tienen límites y comparten sin problemas sus tierras con sus vecinos. Nosotros vamos a un parque para ver la naturaleza, ellos tienen un bosque entero. Nosotros comemos cada uno solo en su horario, ellos comen todos juntos en la misma mesa hablando entre ellos.
- Gracias papa, por traerme a ver a nuestros familiares ricos.
Moraleja, medir lo que se tiene siempre depende de cómo se miran las cosas. Si tenemos amor, amigos, salud y actitudes positivas... tenemos todo. Existe mucha gente rica materialmente pero muy pobres de espíritu.
El circulo del tener
Había una vez un rey muy triste, que tenía un sirviente que era muy feliz. Todas las mañanas le traía su desayuno y despertaba al rey cantando y hablando de cosas hermosas. Siempre con una sonrisa en su cara y en armonía con todas las personas que trataba.
Un día el rey disgustado, le preguntó cuál era su secreto; este le contestó que no tenía ningún secreto. Entonces el rey amenazó con encarcelarlo en las mazmorras si no le contaba su secreto. El sirviente asustado le insistió que no tenía secreto alguno.
- ¿Y porque siempre estás feliz?
- Mi rey, no tengo razones para estar triste. Su majestad me permite atenderlo, tengo mi esposa, hijos y el hogar que usted me ha asignado, somos alimentados por el castillo y recibimos la ropa que otros no desean más, y además su majestad nos premia a veces con algunas monedas que usamos para festejar con mi familia esta maravillosa vida, ¿cómo no estar feliz?
- Nadie puede ser feliz siendo un sirviente, dime tu secreto o sino te hago ejecutar.
- Por favor, mi señor no oculto nada...
- ¡Vete!, antes que me enoje más y llame al verdugo.
- El sirviente sonrió y se fue nuevamente feliz.
El rey estaba furioso, no podía entender como el sirviente podía estar feliz viviendo en un establo, comiendo sobras y vistiendo la ropa que se arrojaba a la basura.
Unas horas después más calmo, llamó a su consejero real y le contó lo sucedido.
Entonces, este le dijo, que era feliz porque estaba fuera del círculo del tener.
- Si usted desea ver como ese ignorante puede hacerse infeliz, dígale que le regala 100 monedas de oro, pero déle 99.
Así que el rey siguió su consejo, al día siguiente le dijo al sirviente que le hablara al conserje real que le diera el regalo real por ser el hombre más feliz del reino.
El sirviente acudió al conserje y este le dio una bolsa, y le dijo
- Aquí tienes sus 100 monedas de oro, ahora eres un hombre poderoso.
El pobre hombre fue a su cada corriendo a contar sus monedas, llegó a su hogar y con su mano tiró al suelo todo lo que había sobre su mesa, y comenzó a apilar las monedas en montones de diez, pero para su sorpresa le faltó una moneda. Contó varias veces, luego de un largo rato estaba furioso porque le faltaba una moneda... ya no estaba feliz por las 99 monedas recibidas, sino por la que faltaba.
No podía ir a reclamar al conserje real de haberle robado una moneda, pues su poder caería sobre él.
Entonces pasó todo el resto del día pensando cómo podría ahorrar una moneda de oro para alcanzar las cien y entrar en el círculo de los poderosos del reino. Pensó y pensó, y cada vez estuvo más frustrado.
Al día siguiente fue a su trabajo, pero ya no sonreía, no cantaba ni tampoco hablaba, su ceño estaba muy arrugado. El Rey sonreía por dentro y disfrutó mucho de su estado.
Los días pasaron y el sirviente se convirtió en una persona agria y malhumorada. Lo único que pensaba era como podría ahorrar la moneda faltante.
Luego de varios días llegó a la conclusión que debía trabajar para el rey entre diez y doce años sin gastar ni una sola pequeña moneda de cobre para poder llegar a esa meta.
Entonces incitó a su mujer que trabajara en el pueblo como sirvienta para poder ahorrar más. Luego fueron sus hijos, y pronto todos trabajaban el día entero, así el tiempo calculado bajaba a cinco años. Aún era demasiado tiempo...
En menos de un mes el Rey se cansó de ver la cara apretada de su sirviente, sus gestos grotescos y una actitud hostil, así que lo hizo despedir y lo echó del castillo. Así fue como el sirviente y su familia quedaron sin hogar y fuera del castillo fueron robados por los delincuentes y se encontraron sin nada.
Tiempo después, comentaban algunos sirvientes del palacio haber sabido que el sirviente expulsado y su familia habían vuelto a ser felices en su pobre choza en un bosque perdido.
La paradoja de este cuento es que 99 era la totalidad de lo presente; no hace falta nada para disfrutar lo que se tiene, siempre faltaran cosas en este mundo para alcanzar lo inalcanzable.
El mundo habitual suele ser una trampa para que constantemente luchemos y nos cansemos para alcanzar cosas, y nunca serán suficientes, así estaremos eternamente cansados e insatisfechos.
La última, no es una historia ni un cuento, es una comprobación de terapeutas holísticos.
Somos capaces de modificar el estado de nuestro cuerpo según lo que pensamos y sentimos. Nuestras células almacenan el estado mental y emocional.
Una fuerte depresión puede provocar un daño serio en el cuerpo, en especial el sistema inmunológico, en cambio la alegría fortifica.
Recordar una situación negativa o triste, libera hormonas y sustancias destructivas para el cuerpo. Recordarlas cada día provoca enfermedades.
Cada experiencia se transforma en un registro interno del cuerpo. La depresión, angustia, rabia, rencor, envidia, frustración y otros estados negativos se proyectan por todas partes del cuerpo y lo van enfermando, el cerebro produce sustancias que alteran su funcionamiento así su nivel hormonal cambia, también su ciclo de sueño se modifica. La sangre también se altera, se pone más viscosa y por lo tanto se hace propensa a acumular grumos. Las lágrimas de tristeza son distintas a las de alegría.
Hermano mío es preferible que abra su corazón y su mente, en vez que lo haga un cirujano. Tenemos una gran necesidad de usar nuestra conciencia para conquistar la paz interior, entonces nuestro cuerpo vuelve a su equilibrio.
Si desea saber cómo está su salud, entonces observe como están sus pensamientos, sus emociones, y sentimientos.
Para recuperar su salud, su bienestar, cuide su mente. Aquellos que alcanzan la armonía pueden mantener su salud y mejorar mucho su calidad de vida.
No resignes tu paz, no la cambies por ilusiones, no te lamentes por lo que no tienes o por lo que no podrás tener. La felicidad está dentro del corazón.
Amigo mío, si buscas sentirte mejor deberás volver a tu interior, allí donde está la paz de tu alma.
Feliz fin de semana, un abrazo, Paul Barbé
PD, estoy publicando mis blogs en inglés para aquellos que este idioma resulta más accesible, el link es http://www.paul-barbe-engl.com
PD, estoy publicando mis blogs en inglés para aquellos que este idioma resulta más accesible, el link es http://www.paul-barbe-engl.com