lunes, 4 de julio de 2011

La oración personal

La idea de cambio es la clave de todo proceso espiritual. Empezamos buscando el cambio por un modelo externo, alguien a quien admiramos, un maestro, un terapeuta famoso o seguir el comportamiento ejemplar de un monje o aquel que sugieren los textos sagrados o religiones tradicionales.
Entonces buscamos cambiar como somos, según modelos basados en un yo ideal, lo que nos gustaría ser, lo que deberíamos ser.
Si vamos a cambiar nuestro sendero espiritual, necesitamos una dirección nueva, porque la desorientación es la que nos lleva a caminos de otros. Y no porque los caminos de otros sean mejores en sí mismos, sino porque en nuestra comparación personal nos vemos en una posición inferior.
Es más fácil depositar la confianza en otros, confiar en que el maestro sabe, que la tradición por algo es así, que miles evolucionaron en esos caminos mostrados.
Al escuchar un maestro, es muy fácil pensar, que sus palabras enseñan mucho y que por lo tanto debo hacer todo tal cual él indica... pero muchas veces en la práctica notamos que por alguna razón no todo marcha tan bien, una parte sí, pero otra nos dice que el rumbo no es precisamente ése, al menos para nosotros mismos.

Por lo general cada maestro enseña una práctica la cual debemos seguir para progresar espiritualmente.
Los ejercicios espirituales son útiles para salir o escapar de estructuras o costumbres arraigadas que nos limitan, reprimen o distraen.
Seguir por un período de tiempo unos ejercicios espirituales, tiene valor si estos, logran un avance palpable, de lo contrario no es que la persona sea tan involucionada que no avanza, sino que esos ejercicios no son adecuados para él.

Curiosamente nuestra atención siempre está puesta sobre el mundo que nuestros ojos ven, o sea el mundo que nos rodea, de esa realidad que para cada individuo es distinta, la interpretamos según somos en nuestro interior. El crecimiento espiritual viene a estar reflejado en la capacidad de cambiar la forma de interpretar la realidad que muestran nuestros sentidos, y  por sobre todo en nuestra comunicación interior.

El camino espiritual no nos lleva a un cielo que está allá arriba, nos llevará a nuestro interior donde está nuestra alma. Por lo tanto deberemos abrir puertas, hacia adentro, para avanzar entonces deberemos logar un pensar diferente.
La dificultad está dada en que en ese andar diario en el camino interior, solo vamos acompañados por nosotros mismos, en un diálogo entre mente y espíritu.

El sendero espiritual entonces nos lleva a una situación paradójica en que avanzamos hacia varios lados, al cielo, a un contacto con el mundo y con otros caminantes espirituales con quienes nos encontramos, pero también hacia nuestra búsqueda interior. No podemos avanzar hacia planos superiores del camino espiritual o sea a niveles superiores si al mismo tiempo no avanzamos hacia un contacto cada vez más íntimo con nuestra esencia.

Es un camino muy sinuoso y a los efectos prácticos parecería tener muchas puertas, que de cada una de ellas tendremos que encontrar la llave.

En realidad la puerta no existe como tal, pero para cada individuo es como si existiera, cada vez que logramos avanzar digamos una distancia importante es porque encontramos la llave que abre esa puerta. En nuestro caminar diario podemos cambiar de rumbo muchas veces, y desviarnos de aquel camino, pero, una vez que espiritualmente logramos alcanzar un determinado nivel, una vez que abrimos una puerta, la próxima vez no necesitaremos buscar la llave, directamente bajo nuestra voluntad la cruzamos.

El silencio interior es el que permite mantener un dialogo intimo donde de él comprendemos porque estamos donde estamos.
Una forma de enfocar ese dialogo interno es expresarlo en una oración personal.
No siempre es posible expresar con palabras nuestra inquietud interior, puesto que el lenguaje es limitado por la sencilla razón que todo lenguaje fue creado para comunicarse con lo mundano y apenas se adapta para expresar lo espiritual.
Se dice que la meditación es la entrada a un sentimiento de vacío, es la felicidad de la extinción, de dicha ilimitada por estar en el vacío en la paz total.
Nuestra oración personal es un reflejo de nuestro avance, en cualquier lugar que estemos en el transcurso del camino espiritual, tenemos un estado actual de evolución espiritual y por lo tanto una visión de la realidad, del mundo en que vivimos, de nuestra proyección de hacia dónde pensamos que vamos o que podemos ir.
Por lo tanto, rezamos, oramos o expresamos para nosotros mismos, nuestra conversación interna sobre qué es lo que buscamos, deseamos o necesitamos, que es lo que esperamos que pase...
No se trata que debamos rezar porque somos a partir de un momento religiosos, pues para mi espiritualidad no es religión...
La oración personal es una herramienta muy útil para la comprensión de la verdad interior, es un estado meditativo práctico que sirve para llegar a un estado meditativo más profundo.
Para escapar de nuestra conexión con lo cotidiano es muy útil recurrir a la oración personal, para iniciar el camino hacia el silencio interior, a partir de allí nos conectamos con lo espiritual. En el silencio  entramos en nuestro interior, nos miramos frente a un espejo honesto, en ese momento nuestro ser se llena de silencio comprendiendo ahí, la realidad de nuestra identidad , y penetramos, con el silencio, la puerta luminosa que nos conecta con la eternidad.

Considero que es enormemente más útil construir nuestra propia oración o plegaria, adaptada a nuestro estado evolutivo, una oración que refleja todas nuestras carencias y deseos, que repetir una oración tradicional de cualquier religión, que muchas veces carece de sentido para nosotros mismos, o digamos carece de un reflejo con nuestro camino.
Debemos rezar a nuestro espíritu, para que a través de esa oración logremos comunicarnos con nuestra alma. Nuestra alma es nuestro gran centro de energía eterna, vamos aprendiendo a lo largo del camino espiritual, una forma de comunicarnos con nuestra alma o espíritu para que nos guíe sobre cómo seguir avanzando, entonces nuestra oración es la reiteración de nuestro pedido de guía.
Entonces a medida que día a día reiteramos nuestra oración personal, sucede que esa reiteración nos marca nuestra necesidad y por lo tanto nos va quedando claro, en que debemos trabajar interiormente, y por otro lado nuestro espíritu toma esa afirmación y nos ayuda a lograr el objetivo.
A medida que logramos apartarnos de necesidades vanas, de metas mundanas y nuestra oración comienza a ser cada vez más una expresión de superación espiritual, veremos como nuestra energía interna crece.

La meditación es la entrada a nuestra libertad individual, y ella nos mostrará que no hay un camino trazado que nos muestre hoy paso a paso como haremos para llegar a la tan anhelada iluminación personal. Sino que cada pequeña meta alcanzada será solo eso, una puerta más que logramos abrir. A partir de allí deberemos meditar, generar la nueva oración para este nuevo proceso de búsqueda, hacia donde caminaremos ahora, que cosa deberemos cambiar en nuestro interior...
Meditar es despojarse de la pesada carga del Ego, la oración interna retocada cada día libre de ataduras con el mundo material, nos libera lo suficiente para entender el próximo paso a dar.

Para avanzar es necesario ser lo suficientemente libre de todo prejuicio, arraigo a costumbres y tradiciones, libre de ataduras a cosas y personas. Porque el sendero espiritual es libre y distinto para cada individuo. Además no hay rejas ni puertas que impidan alcanzar nuestro estado superior de existencia, solo que debemos tener la persistencia en querer avanzar y la honestidad de aceptar que debemos cambiar.

Un abrazo para todos, Paul Barbé