Las penas son una parte normal de nuestra vida, sucesos que golpean nuestra alma, y que dan el desafío de cambiar y aprender para luego superarla.
No es algo que podamos desear que sucedan hechos que nos lastimen, pero su parte buena está en la enseñanza que proporcionan una vez superado el suceso que nos provocó la pena.
Es muy dañino sostener en el corazón esa pena como una forma de retener el recuerdo de algo que ya no podrá ser más. No es por continuar sufriendo por un hecho doloroso que ese hecho se va a revertir y volver al pasado que se añora.
En la vida hay procesos que se inician y que en algún momento deben terminar, no son todos, pero muchos terminarán.
Dado que el objetivo de nuestra Alma al encarnarse en el cuerpo que ocupamos, es cumplir un ciclo de vida en la cual experimentará varios sucesos que provocarán importantes cambios en ella, y así poder aprender y crecer. Para el Alma son una suma de experiencias que debe cruzar por ellas, en casi todas habrá sufrimiento temporal, pero el aprendizaje del suceso será permanente, atesorado por el alma; luego con el tiempo el dolor cederá, hasta que finalmente desaparece.
Aquel que se aferra al sufrimiento, es porque su Ego lo provoca, es quien pretende eternizar una situación que ya no es favorable para sí mismo y no sólo se impide aprender de esa situación sino que además al atarse al pasado con su negación solo logra mantener el dolor.
Es como si una habitación hubiera perdido su piso y la persona se agarra a su ventana para no caer, sufrirá colgado a ella pero el piso ya no estará más, será tiempo de abandonar esa habitación.
Entonces, ¿Qué hacer con la pena?, observar todos los detalles de la misma, porqué duele, que puntos toca dentro del mismo ser, permitirse mirar con absoluta honestidad que se hizo mal para llegar a ella y luego girar la vista hacia delante y seguir avanzando en la vida.
¿Qué afecta esa pena en tu ser?
¿El orgullo?
¿La razón al punto de no permitir pensar?
¿Duele el corazón?
¿La soledad te oprime?...
Pueden ser muchos otros dolores, pero, todo es causa de aferrarse a un pasado, y por lo tanto pasó.
¿Qué queda entonces?
Memorias, pero el gran significado de ellas está en poder observarlas muy bien, con el gran objetivo de encontrar en ellas enseñanzas. Y es importante aceptar que aunque luego de haber aprendido, tanto tú como las otras personas, ya estarán en senderos diferentes, los caminos se separaron.
Crecer es bueno pero el precio que se paga muchas veces es la separación de otros seres queridos, al menos por un largo tiempo. Pero el tiempo no tiene significado para el alma.
No es obligatorio sufrir para aprender, pero si el Ego está aferrado a la experiencia, no queriendo soltar, sufriremos.
Crecer no es una opción para cada persona, si no creces tú, por estar aferrado, no evitará que otros lo hagan y entonces más sufrirás aún.
Hay que tener en cuenta que en este mundo, todos, venimos a aprender.
Constantemente nos cruzamos con otros seres en nuestro diario caminar, pero el destino de cada caminante es individual, cada persona tiene sus propias lecciones que aprender y por lo tanto deberá recorrer otros caminos en el futuro; es circunstancial por lo tanto que caminemos juntos por algún tiempo en esta vida, en algún momento las personas se separarán.
Los padres deberán resignarse al partir de sus hijos, también deberemos prepararnos para la partida de nuestros padres al final de sus vidas.
Las relaciones de parejas no todas están destinadas a vivir juntos para siempre o quizás por muchos años. Pero si hay algo que puede servir para evitar un dolor, desde los inicios de una relación de pareja es muy importante prestar atención a cuales son las expectativas de camino que desea seguir la futura pareja en su caminar por venir, si los caminos de ambos son compatibles entonces hay posibilidad de que se sostenga esa relación por mucho tiempo. En caso contrario en un futuro próximo se separarán y si insisten en seguir juntos al menos uno de ellos no crecerá, pues seguirá el camino del otro, o peor aún, sufrirá inútilmente.
Nadie avanzará en su camino, aferrándose a lo insostenible.
Imagínese que, tenemos cien personas hoy juntas en un lugar, digamos se realizó una reunión de amigos los cuales todos siguen caminos espirituales.
Cada persona es distinta a las otras, eso es inevitable. Ninguna de ellas llegará a la misma meta, sobre todo porque la meta que cada uno se imagina o desea o puede llegar, es distinta. Cada persona tiene aptitudes distintas, habilidades diferentes, sus capacidades personales.
A partir del siguiente día cada uno inicia su camino, que supuestamente, es muy parecido al de sus amigos, entonces podríamos observar una partida de cien líneas paralelas, sin embargo con el transcurso de los días, habrán líneas que se van separando de otras, de esa forma se irán abriendo como en un abanico. Pero habíamos dicho que todos van en su camino espiritual, ¿porqué tienen que separarse? Pues cada uno es único y no puede avanzar en su camino espiritual si sigue el sendero del otro.
Sin embargo cada uno tiene sus verdades, pero al final las verdades se juntan en un nivel superior. El destino espiritual traerá encuentros y separaciones, reencuentros y nuevas separaciones, las almas que se aman siempre se encuentran el tiempo no importa.
Si dos personas se amaron en esta vida, en la próxima volverán a encontrarse con sus nuevas realidades, cada una mejorada, y cuanto más hayan avanzado cada una es más posible que puedan compartir más tiempo juntas en la próxima vida.
Y una vez más, ¿Qué hacer con la pena?, superarla para crecer.
Un abrazo para todos, Paul Barbé