En 1976 mi padre
sufrió un derrame cerebral y eso le provocó una parálisis de sus miembros
izquierdos. Así comenzó un período muy duro para mi madre y yo que se extendió hasta julio de 1981.
Muchas veces
recé, muchas veces pedí por la recuperación de mi padre, pero él estaba cada
vez peor. Y ya que mis ruegos y rezos parecían no ser escuchados mi Fe se fue
apagando.
En 1979 visitamos
con mi esposa unos tíos en la ciudad de Canelones, en aquella casa conocí los libros de Lobsang
Rampa, en aquella larga visita me entretuve leyendo uno de ellos, cuando llegó
la hora de volver la prima de mi esposa me prestó el que había leído.
Aquel libro me
llevó a comprar otros del mismo escritor, comencé por primera vez el
descubrimiento del mundo espiritual. Si bien la mayor parte de lo que leía
hablaba del Tibet antes de la invasión china y de historias de monjes en sus
templos, mi mente me transportó a aquel lugar del pasado.
Cuando leí “mi
vida con el lama” me fascinó la explicación sobre cómo practicar viajes
astrales, lo intenté muchas veces, lo único que logré fue dormir en mi cama.
Una vez más luego de muchos intentos fallidos abandoné esa práctica.
En 1980 la
economía de mis padres se derrumbaba y tuve que abandonar mis estudios en
facultad de química y buscar trabajo.
Luego de la
partida de mi padre, mi madre que había luchado tantos años cuidando
diariamente a mi padre, cayó enferma y al recuperar su salud su estado
emocional quedó muy afectado.
El transformarme
en el hombre de la familia cambió mi forma de vida, me apartó de todo camino espiritual por años y
aprendí a salir adelante en el mundo materialista.
Afortunadamente,
mi vida siguió desafiándome, los cambios venían forzados por las circunstancias
y yo debía adaptarme. Y así fue entendiendo que cada vez que lograba salir
adelante luego de un duro tropezón, internamente yo había crecido. Por unos
años eso lo interpreté mal, entendiendo que yo era fuerte e inteligente y así
siempre resurgiría.
Sin embargo, los
años me mostraron que construía castillos de papel y que los vientos de cambios
los derribarían una y otra vez.
Fue cuando
comenzaron los ciclos de angustia, dolor y depresión. Caía en ellos sin
comprender por qué, a veces lograba cosas que me confortaban sin embargo duraba
muy poco la alegría.
Terminé aceptando
que el problema era interior, no podía vivir sin Fe, pero ¿Fe en qué?
Me había apartado
de la religión cristiana pues la consideraba inadecuada a mis necesidades, no
aceptaba las oraciones. Sin embargo entendía que algo debía llenar mi interior
puesto que el mundo exterior nunca lo llenaría.
No podía echar la
culpa al mundo ni a los demás de mis rencores, mis dudas, mis enojos ni mi
falta de Fe.
Los años pasaron
y no encontraba cómo abrir la puerta al plano espiritual, parecía ser tan
incompatible con el mundo exterior.
Constantemente la
vida me ponía pruebas, yo caía y volvía a levantarme. Vivía en un permanente
ciclo sin fin que pasaba de la satisfacción o alegrías efímeras a períodos de
profunda angustia, no tenía idea de cómo controlar mi ser para liberarme de esa
inestabilidad.
Recuerdo un
período de mi vida en el cual viajaba de lunes a viernes un promedio de 500 kms
diarios, muchas veces mientras conducía me decía a mí mismo, “me tiene harto
este trabajo”
Mi ex esposa
llevaba años con problemas psicológicos iniciados con la pérdida de su primer
embarazo, le había pagado psicólogos, psiquiatras, terapias nada le daba
solución, un día ella recibió un tratamiento de Reiki y quedó fascinada, me
pidió el dinero para hacer su iniciación. Poco después ella hizo su iniciación.
Yo no creía en esa práctica pero ella decía que le hacía bien.
Una tarde al
volver de mi viaje, me dolía la espalda, la ciática, me tiré en mi cama, el
dolor era muy fuerte, había tomado un calmante pero el dolor seguía fuerte.
Entonces ella me dijo, “si quieres te hago Reiki.” Yo no creía en eso, pero
pensé nada pierdo con dejarla hacerlo.
Ella puso sus
manos, minutos después el dolor menguó y no mucho después me dormí.
Al otro día al
despertar me sentía totalmente aliviado y entonces decidí hacer yo mi
iniciación.
En marzo de 1996
conocí a mi maestro de Reiki, Plinio Cutait, disfruté ese fin de semana en una pequeña
casa llamada Manantiales, en Punta Carretas, Montevideo.
Recuerdo la
pregunta de una señora compañera del seminario. “Maestro y ahora que nos vamos
a casa, ¿qué hacemos?” el maestro dijo “Auto tratamiento”
El
auto tratamiento terminó siendo algo similar a una meditación, era una lucha no
dormirse haciéndolo.
Los inicios de mi
camino en Reiki me llevaron a conocer personas maravillosas y con ellas la
propuesta de meditar.
Ya no sé cuántas
veces intenté meditar y terminaba o igual que con el auto tratamiento, dormido o
fastidiado pues no lograba parar mis
pensamientos.
Apenas unos meses después la empresa me dió el despido, con mis dos hijos pequeños afronté la nueva prueba y en medio del desempleo un día recibí la llamada telefónica de mi maestro justo cuando intentaba decidir si era apropiado que estando desempleado gastara U$500 para mi iniciación en Reiki 2. Fue una señal y la acepté entonces decidí lanzarme a esa experiencia.
Apenas unos meses después la empresa me dió el despido, con mis dos hijos pequeños afronté la nueva prueba y en medio del desempleo un día recibí la llamada telefónica de mi maestro justo cuando intentaba decidir si era apropiado que estando desempleado gastara U$500 para mi iniciación en Reiki 2. Fue una señal y la acepté entonces decidí lanzarme a esa experiencia.
El año 2001 inició una crisis económica en Uruguay que terminó provocando un nuevo despido para mí, en junio del 2002 salí del país para buscar trabajo en mi exilio que me permitiera pagar mis deudas, estaba en proceso de divorcio, dejé mis hijos e inicié un nuevo período de prueba.
Al año siguiente llegué a Italia donde conocí una nueva maestra y con ella meses después realicé mi maestría en Reiki. Los caminos que Dios nos lleva.
En marzo del 2004 volví a Uruguay. Los años pasaron y continué fracasando en mis intentos de meditar, continué durmiéndome al hacerme Reiki. Cada vez que volví a intentar rezar de distintas maneras volvía a los mismos caminos desiertos.
Al año siguiente llegué a Italia donde conocí una nueva maestra y con ella meses después realicé mi maestría en Reiki. Los caminos que Dios nos lleva.
En marzo del 2004 volví a Uruguay. Los años pasaron y continué fracasando en mis intentos de meditar, continué durmiéndome al hacerme Reiki. Cada vez que volví a intentar rezar de distintas maneras volvía a los mismos caminos desiertos.
Sin embargo,
desde aquel 1996 cada vez que las cosas iban mal me refugiaba en mi Reiki en la
búsqueda de mi silencio interior.
A fines de 2008
mi compañera de aquel entonces se separó de mí y caí en un largo período
depresivo, fue el Reiki y mis muchos intentos fallidos de meditar que lograron
sostenerme.
Mi vida cambió,
en el 2010 inicié una nueva relación y la vida pareció sonreír nuevamente, a
mediados del 2011 surgió la idea de escribir mis vivencias espirituales en un
blog, y así comencé a escribir. Al principio muy seguido, pues sentía que tenía
mucho para compartir, luego mi Ego me desmotivó al ver que muy pocas personas
leían mis artículos. Un día dejé de escribir.
Pasó el tiempo, otra
vez en noviembre pero de 2015 mi relación otra vez se desmoronó y caí otra vez
en un período depresivo muy hondo, quizás el peor. El año siguiente fue un viaje que inicié por
las catacumbas de mi ser, para ir encontrando todas mis sombras, para ir
mirando cada una de mis tristezas.
Como estaba
difícil acepté iniciar terapia, semanas después mi psicóloga me recomendó un
grupo de meditación asociada a Deeksha, me integré a las reuniones de meditación
me ayudaron, después me integré al movimiento de Deeksha, hice mi iniciación poco
tiempo después la abandoné. El grupo de meditación se separó a fines del mismo año. Sin embargo agradezco a todos con
quienes me encontré y más aún pues ese año fue mi real encuentro con la
meditación.
Poco a poco fui
encontrando mi camino de poder meditar, cantando. Las canciones comenzaron con
mantras y con el tiempo llegó la inspiración para crear mis propias canciones.
Mis canciones son
muy sencillas y hasta hoy se refieren sólo a lo que yo interiormente debo
lograr en mi camino interior, en mi búsqueda de paz y mi reconciliación amorosa
con la vida.
Las semanas y los
meses pasaron hasta que un día recibí una invitación a un retiro de Reiki a
inicios del 2017, pensé que desde el año 2000 no iba a uno, entonces algo me
llegó a mi mente y me dijo que tenía que ir.
Los misterios de
la vida, me llevaron a reencontrarme con mi primer maestro, a volver al mundo de Reiki y
me llevó a conocer a mi nuevo amor.
Hoy agradezco al
Padre del Universo haberme encontrado con ella, una compañera maravillosa.
Pero volviendo a
mi camino espiritual, mis cantos diarios al despertar cada madrugada siguieron ayudándome,
mis intercambios de Reiki a distancia al final del día con mi compañera que
vive a 300kms han traído a mí la paz necesaria antes de dormir.
Algo que yo no
entendía era que veía mi camino espiritual estancado. Mis cantos de meditación de las madrugadas parecía
que no me llevaban por un progreso espiritual sin embargo luego del tiempo noté
que me regalaban un encuentro conmigo y aquellos días que no contaba con tiempo
para cantar, ese día se hacía menos llevadero. Así que los cantos se formaron
un hábito saludable en mi vida. Lo mismo con los intercambios de Reiki tarde de
la noche, menos horas de sueño pero más armonía en mi vida.
El año pasado
recorriendo la feria de Tristán Narvaja con Anna visitamos una librería y
encontré un libro sobre ángeles y como practicar contactarse con ellos.
Inicié mis
prácticas con entusiasmo hasta volver a aquellos viejos fracasos de mi pasado.
Fue cuando me di cuenta que aún tenía un problema de falta de Fe.
A inicios de este
año mi madre con sus 87 años comenzó a sentirse mal de su estómago y luego de
muchos estudios terminó encontrándose un tumor a operar. Acompañé a mi madre
durante todo un mes en el hospital, día tras día.
Fue en esos días
donde comencé a leer un libro que compré en nuestras vacaciones de semana turismo
en Piriapolis. Pactos y Señales de J.J. Benítez. Siempre tengo muchos libros a
la espera para leerlos, ¿por qué justo en el inicio de la internación de mi
madre comencé a leerlo?
Porque las casualidades no existen, como dice Giménez…
el Padre Azul escribe muy derecho en líneas muy torcidas.
Comencé a leer
sus relatos y así la ventana de la Fe volvió a abrirse, claro puede decirse que
todos los seres humanos cuando están en un período duro se acuerdan de la Fe.
El caso es que volví a hacer mis plegarias y a pedir a Dios.
Tal cual escribe Benítez
en sus pactos y señales una tarde mirando la calle desde una ventana del
hospital, pensé Dios si escuchas mis palabras dame este mensaje, que la
matrícula del próximo vehículo termine en 9. Esperé pasó una moto, terminaba en
9. Era la primera vez que recibía una respuesta positiva.
Al día siguiente
recordando eso, otra vez mirando la calle, esa vez desde el final del corredor
del primer piso del hospital. Pensé, Dios si te agradan mis cantos de las
madrugadas déjame ver un 9 en la siguiente matrícula o si a los ángeles (con
los que nunca había podido contactarme) les gusta que termine en 8. Segundos
después llega una moto, gira y estaciona en la vereda de enfrente miro la
matrícula termina en 8.
Ya eran dos veces
donde recibía una respuesta donde las probabilidades eran mucho menores sin
embargo la mano del Gran Padre todo lo puede.
Hace dos días en
mi trabajo pensaba en el libro que llevo escribiendo desde mis vacaciones en
2012, le he hecho cientos de revisiones y cambios. Hace un par de meses lo
imprimí y le entregué a Anna para que lo leyera. Luego mi hija quiso leerlo, sin
embargo dado que demora mucho me pregunté ¿debo registrarlo y llevarlo a una
editorial o debo esperar que lo lea?
Necesito una
señal, busqué un cuaderno sin uso y decidí iniciar un cuaderno de pactos y
señales, escribí una introducción y luego mi pacto.
“Dios te pido que
me des una señal. Cuando llegue a mi moto hoy que en la matrícula de la moto a
la izquierda de la mía vea en su terminación tu señal para saber qué hacer con
mi libro “Nuestra”. Si termina en 5 significará que debo llevar el original y
registrarlo y luego enviar copia a una editorial.
Si termina en 55
o 56 significa que ese libro es de tu agrado.
Si termina en 9
significa que debo esperar los comentarios de quienes le entregué para saber su
opinión.
Si termina en un
número mayor a 95 significa que el libro necesita una revisión profunda.
Gracias Señor”
“PD. Si llegara a
olvidarme de mirar la matrícula, entonces continuará el pacto hasta el próximo
día de regreso de mi trabajo”
Al llegar al lado
de mi moto, saqué una foto con mi celular antes de cruzar, desde el lado
opuesto de la calle. Luego cruce y miré las matrículas. Izquierda DAY0351 derecha DAX784. Pensé entonces no hay
mensaje. Y partí hacia mi casa.
Rato después de
llegar a casa volví a mirar la foto, las matrículas, pero de pronto veo que le
espejo de mi moto (y sólo mi moto) brillaba la luz del sol, miré mi matricula
DAF379. Si tengo mi mensaje.
Dios quiere que
deje leer a mis seres queridos el libro y escuche sus opiniones.
Ayer llegando a
mi moto miro otra vez y la matrícula de la moto a la izquierda DAZ0555, ¡increíble!, crucé la calle y
volví sacar una foto otra vez. Gracias
Dios.
Hoy estoy
físicamente muy cansado, hace más de un mes que duermo pocas horas, cuidando a
mi madre y trabajando.
Pero
interiormente estoy Muy Bien, al fin estoy completo, he encontrado mi camino a
Dios, cuando canto vibro en mi interior, encuentro mi paz.
Cuando medito mi
mente no para pero eso no importa, siempre una y otra vez vuelvo a mi centro,
vuelvo a mi lugar, vuelvo a mi templo interior.
Cuando las cosas
parecen estar mal “Afuera” vuelvo a mi refugio interior, busco contacto con mi
espíritu eterno y frente a lo eterno las cosas adversas de esta vida sólo son
enseñanzas.
Todos estos días
medito sobre lo efímera de esta vida, de esta escuela en este mundo y sobre la
próxima vida en el siguiente plano, del cual nada sé, pero acaso como puede una
mente material imaginar ¿cómo puede ser la eternidad? Recuerdo una frase, “una
oruga puede pensar que su fin es el final sin embargo se transforma en una
mariposa”
Desde mi Fe
comprendo que en el siguiente plano de existencia estaré bien, estaré próximo a
muchos seres queridos, en un estado de
paz, amor y alegría permanentes.
Recuerdo las palabras de mi primer maestro “Habla siempre en primera persona”
En mi Fe acepto
que Dios siempre está atento a mis deseos y mis palabras. Que siempre están los
ángeles cuidándome. Soy yo, quien debe depurar mis pensamientos, soy yo que
debo descartar mi carga en la mochila, soltar mis ataduras, soltar mis
emociones. Agradecer y estar atento a las señales.
Y cuando las
señales no llegan, meditar, cantar, respirar hondo y esperar en mi paz
interior, dentro de mi templo encontraré la luz que ilumine mi camino.
Un abrazo a la distancia a quienes leen mis relatos.
Paul Barbé