lunes, 18 de enero de 2016

Ay Dios mío ayúdame (ahora)

¿Cuantos no han gritado esto, o gritado en silencio?
Rezar, orar, intentar comunicarse con Dios debe ser una práctica diaria para que tenga posibilidad de ser exitosa, es muy distinto si esa práctica se hace diariamente u  ocasionalmente.
Si una persona no practica nunca con su guitarra será muy difícil que pueda interpretar un concierto.
Si nunca oramos, no podemos esperar que un día o ese mismo día y los que siguen, por el hecho de rezar, Dios nos escuche y cambie todo para que recobremos nuestra paz, o aquello perdido.
Rezar no es pagar por un servicio. No es porque recemos 30 o 100 veces que todo cambiará.
Rezar es un acto de meditación, cuando más practicado es más profundo, hasta que logremos la primer meta, el diálogo con nuestra Alma. Y será nuestra Alma una vez alcanzada la que en su plano se contacte con los seres superiores.
Pero si nunca rezamos, rara vez intentamos encontrarnos con nosotros mismos, viviremos la vida en una especie de piloto automático donde no tenemos mucha idea de porqué hemos hecho o dejado de hacer, o decidido cosas.
Es posible que sea como dice una frase muy conocida “cuando pasan las cosas por algo es” y la otra “cuando Dios nos saca algo es porque tiene reservado algo mejor para nosotros”
¿Acaso no podría ser que Dios espera que recemos más seguido? ¿Acaso no será que nuestra Alma necesita que intentemos acercarnos a ella?
Si todos los días actuamos en forma descuidada respecto a nuestras relaciones con los demás, con nuestros amigos, con nuestros seres queridos.
Si solo queremos vivir como queremos, seguramente en un futuro próximo, estaremos solos.

Se puede estar muy sólo viviendo junto a muchas personas.

Entonces en ese momento de soledad es cuando debemos aceptar todo lo que descuidamos a cambio de hacer solo lo que me gusta.
¿Es razonable entonces pensar en rezar 5 o 10 veces por día hasta que todo se recomponga de acuerdo a nuestros gustos o necesidades?
¿Qué sucedería si fuera así? Nadie aprendería nada, solo que cada vez que las  cosas salen mal rezas 50 veces y todo queda solucionado.
Cada período de crisis, donde repasamos lo que pasó, rezamos, pensamos, intentamos entrar en el mundo de la meditación. Allí es un período muy rico que nos lleva a aprender, aceptar y corregir. Luego empezar un nuevo período o etapa de nuestra vida.
Pero amigo mío, no te olvides de rezar o meditar periódicamente. Si, en el nuevo período que comiences hazlo y genérate esa costumbre. Rezando cada día, repasaras tus acciones primero más calmado buscarás tu silencio interior y si lo mantienes, quizás percibas una revelación importante.

Pero mucho cuidado cuando pretendes resultados rápidos. Si entras en la etapa de la calma en la meditación pero dejas dominarte por la ansiedad, el primer mensaje que recibirás será de la mente mundana, el plano más bajo de tu mente que normalmente es contenida por la parte superior de tu mente. Y entonces ya que el jefe está quieto aprovechemos para dar consejos (dijera la mente inferior) y te sugerirá deseos mundanos que le sugirió el Ego.

Déjalos pasar, pues sugerirá varios. Hasta que el silencio interior llegue y se mantenga. 
Es posible que no percibas esa revelación que has esperado por mucho tiempo, pero si recibirás toda la cháchara que distrae y eso justamente es lo que no debes hacer.

Con la práctica diaria y mucha paciencia avanzarás y un día podrás dialogar con tu Alma y a través de ella con Dios.