Muchas veces escuché y vi personas que, al llegar a su vejez, pensaron profundamente, por muchos y muchos días, con nostalgia, también con tristeza, en el camino que recorrieron en su vida. También vi lo mismo en otros después que su salud quedó quebrada definitivamente.
Siempre me
pregunté por qué, cuando el Sol se está poniendo en el horizonte es cuando
recién nos damos cuenta que el día termina y que quizás no fuimos capaces de
disfrutarlo y agradecerlo.
He comprobado que
la vida puede mirarse desde puntos de vista muy distintos, de un momento a otro
sin que pase nada en el mundo que nos rodea, podemos ver una situación desde
una perspectiva muy distinta, tan sólo porque cambió nuestro estado emocional,
o porque nuestra conciencia cambió su enfoque.
Así una vida
puede verse por los fracasos sucedidos como también por los éxitos logrados.
En la perspectiva
de ver mi propio pasado, puedo pensar haber tenido una vida sin gracia, con
pocas alegrías, sin suficientes victorias, con pocas metas logradas… O también una
vida llena de dones recibidos y muchos momentos de alegrías. Es como decía, un
punto de vista, ver el medio vaso lleno o el medio vaso vacío.
Sea como sea, la
misma vida, la misma experiencia, no se ve igual en su mismo momento que muchos
años después. Una relación que se quebró en su momento pudo parecer algo
terrible, pasado el tiempo aceptar que así fue mejor, pues la relación ya no
era buena para ninguna de las partes. Un trabajo que se perdió, dio paso a un
nuevo camino, que seguramente no nos animábamos a emprender, y al mismo tiempo trajo
enseñanzas que eran necesarias para nuestra Alma.
Hoy puedo ver
todo lo hecho o lo que nunca fui capaz de hacer. Hoy también veo, todo aquello
a lo cual me aferré por miedo al cambio, por miedo a lo desconocido, miedo que
lo que pudiera llegar fuera peor, sin dar la oportunidad a que eso nuevo fuese
mucho mejor.
Me he dado cuenta
que las experiencias pesan de una manera en la mitad de la vida, y muy
distintas se valorarán cuando como yo, que ya he pasado mis sesenta años.
Recuerdo esa
expresión, “pararse sobre una cima y mirar atrás”, y así evaluar la vida que he
pasado, juzgarme a mí mismo y por lo tanto sentirme bien o mal según mi propio
juicio personal. Claro, también puedo mirar de la misma manera sentado mirando
el atardecer o en mi cama a la hora de dormir. Ojalá muchas más veces me
detuviera a mirar mi camino recorrido, pero desde la perspectiva de mi
Espíritu.
He observado como
durante gran parte de mi vida, di mucho valor a vivir bien, disfrutar y pasar
lo mejor posible en aquellos lejanos tiempos, pero hoy día veo que quizás esa
búsqueda de pasarla bien, fue un error. El error de no haber ayudado más a
quienes pude ayudar sólo por mantenerme en la postura de la comodidad. El error
de no haber hablado de cosas importantes con seres queridos que ya se fueron.
Hace muchos años
me dije ¿cómo es eso?, ¿disfrutar esta vida, es un error? No, pero tampoco debe
ser ese el eje o el foco en la vida.
Caí en el error
que nuestra propia sociedad nos empuja, a triunfar, a buscar ser el mejor, en
fin, para que luego de pasados muchos años me diera cuenta que, todo eso es
vano. La competencia nos lleva a separarnos cada vez más de quienes nos rodean
y lo peor al mismo tiempo nos alejamos de nuestra propia esencia.
Competir es
innecesario y al mismo tiempo malo para las relaciones. Competir es
interminable, pues las competencias no cesarán nunca y lo peor es que siempre
será por cosas vanas, cosas que el tiempo desvanece rápidamente.
El primero de
hoy, mañana dejará de serlo, el mejor de todos, también dejará de serlo. Y,
además, ¿qué importa ser el mejor? Importa sólo para el Ego, no importa para el
Espíritu que mira desde la Eternidad, y que ve que haber querido ser el mejor
fue un dejar pasar la oportunidad de colaborar con los otros.
La sociedad en la
que vivimos nos empuja a competir, y lo más paradójico es que muchos que logran
tener éxito, que por ejemplo llegaron a la posición que aspiraban en su
trabajo, y que para ello tuvieron que perjudicar a otros para lograrlo, días
después que logró ese lugar, ese mismo logro trajo un estado de angustia que no
es nada fácil superar, que la soledad que trajo pesa demasiado y para colmo de
todo, el mismo logro dejó de tener significado, pero ya no se puede volver
atrás.
Debemos tener muy
presente que todo aquello que hacemos nos vuelve, si hacemos mal a otros
pensando sacar una ganancia, esa ganancia tendrá algún costo elevado en nuestra
vida. Si hacemos nuestro esfuerzo por ayudar a otros, aunque no se vea esa
ayuda, la ayuda hacia nosotros en cualquier otro plano llegará.
Tengo el
convencimiento que todo depende de la Fe que tenemos.
Si una persona no
tiene Fe, vive convencido que, dado que al morir todo se termina para él,
entonces vivirá de manera de pasarla lo mejor posible en todo momento. Claro a
medida que se acerque a la vejez su disfrute irá atenuándose paso a paso y sin
remedio.
Y así comenzará
en algún momento de su madurez a convivir con tristeza, con nostalgia, con un
sentimiento de que algo no estaba tan bien en su vida. Que por esa vida que
eligió nunca vivió o disfrutó de una Paz interior. Vivió siempre queriendo alcanzar algo que
jamás tendría.
Una vida con
objetivos errados, que sólo dieron estrés. Es muy común que muchos viven sin
pensar en su madurez y su vejez, evitaron pensar en ella y entonces dado que la
vejez llega siempre, vivirá bajo una constante angustia de no ser capaz de
encontrar valor a nada por todo aquello que durante tanto tiempo valoró y que
además ya su cuerpo no le permite disfrutar como antes y ya nunca más será así.
Por más que uno
se mire en el espejo y diga tengo 53 años, pero me veo como si tuviera 45, ¿de
qué sirve pensar así? ¿Vivir así? ¿De qué sirve a una persona haber sido el
mejor hace 20 años? ¿Acaso justifica el precio de una ventaja temporal vivir
lejos de todos?
Por otro lado,
aquellos que, si tienen Fe, quizás comienzan a angustiarse por la culpa de
haber actuado egoístamente en su vida y crece el miedo que quizás no tengan
suficiente tiempo para redimirse con el Gran Creador, que quizás no puedan
alcanzar el perdón divino.
El peor juez es
uno mismo.
Nunca es tarde
para tomar la decisión correcta.
A veces es
necesario que ocurran cosas duras para que la gente cambie su vida. Aferrarse
al camino errado lleva siempre al quiebre, al dolor.
No tenemos que
llegar al punto de sufrir un gran dolor para aceptar obligados por fin cambiar.
Y si no
sabemos qué hacer o cómo, tan sólo aceptar soltar nuestra terquedad y pedir
ayuda a los ángeles, y para hacerlo cualquier palabra es suficiente.
Me sucedió tiempo
atrás que cada vez que recomenzaba un período de plegarias diarias, comenzaba
una etapa de muchas oraciones, pero lamentablemente esos días estaban
acompañados por una pesada carga, poca paciencia y poca Fe. Entonces, pasado un
tiempo renegué de todo eso pues no veía llegar la ayuda que yo pedía.
Veo hoy, que
muchos de esos días durante mis plegarias caí en el error de prestar atención
al peor juez, mi Ego, o también la parte oscura de mí mismo, esa parte negativa
de mi ser que constantemente me distrajo o insistía que nada lograría pues yo
tenía un pasado nada aceptable que impedía que mis plegarias ni siquiera fueran
escuchadas.
Otras veces en
una forma más simple, me acusaba a mí mismo que la ayuda, tan necesaria a mi
forma de ver… no llegaba pues yo no lo merecía.
Entonces pedí
comprender y eso tampoco se cumplió.
Muchas veces no
fui capaz de seguir adelante en mi camino espiritual, muchas veces no fui capaz
de continuar con mis plegarias diarias, esos días mi Ego venció.
Quien no se ha
preguntado ¿Quién soy yo? ¿Qué busco?
¿Me sirve de algo insistir en mis plegarias? ¿Cuál era la respuesta a esas
preguntas frente a mi altar?
¿Quién soy yo? ¿El creyente que reza cada día en mi altar o
el monstruoso camaleón que constantemente molesta durante mis rezos, durante mi
diario vivir, que acusa, critica, se queja, reclama y se lamenta? Pues, en fin,
esa parte oscura de mí, tiene muchas las caras y ha sido siempre un rival
difícil de mantener alejado o callado.
¿Quién soy yo
entonces?, ¿El tenaz creyente que reza a pesar de la desagradable compañía en
mi interior?, ¿Soy el monstruo? ¿soy ambos? ¿No soy ninguno?
Aun hoy, después
de tanto tiempo, no puedo parar de escuchar todas las voces que me dicen que
soy malo, que me equivoqué tantas veces y que, continuaré equivocándome, que seguiré
echando a perder mis oportunidades, que continuaré haciendo las cosas mal y
continuaré arruinando mi vida y mis relaciones.
Pero aun… cuando
toda mi meditación tambalea… logro de alguna manera enfocarme y darme cuenta
que esa voz no soy Yo… es mi Ego que lucha contra mi Voluntad de superarme. El
mismo Ego que, una y otra vez ha provocado todos mis errores, o sea esa misma
parte oscura de mí, que provocó tantos errores en mi pasado, ese mismo que
busca siempre bloquear mis plegarias.
Desesperado
muchas veces pensé, no entiendo por qué no puedo simplemente parar de escuchar
esas voces, no entiendo por qué me odio tanto. ¿Por qué no soy capaz de
doblegar a mi Ego?
¿Por qué pido lo
que pido en mis oraciones? ¿Para evitar el dolor? ¿para vivir mejor? ¿para que
mi vida y mi camino sea más fácil? No, pues quien pediría eso sería mi Ego, porque
además el Ego no estará nunca interesado en rezar, solo le interesa pasarla
bien y hacer lo que quiere egoístamente.
Hay una parte de
mí que está en medio de esos oponentes, una parte que tanto el Ego como mi Alma
luchan por llevar a su camino, sea esta, a mi entender mi Conciencia.
Muchas veces ese
enemigo interior me repite una y otra vez ¿En qué momento del día veo o siento
como concedido lo que pido en mis plegarias?
También me dice,
¿acaso actúas durante el día tal cual lo que rezas, o al volver al mundo cotidiano
te olvidas de todo?
Estando mi
conciencia sufriendo así, me he preguntado ¿Cuándo, en qué momento lograré no
volver a caer en las tentaciones de mi Ego?
Comprendo que no
soy sólo Espíritu, no puedo negar la existencia de mi Ego, ni tampoco negar su
influencia ni su poder hasta hoy imbatible.
En esa lucha
puedo decir que felizmente hoy, por fin, he avanzado, pues los cuestionamientos
de mi Ego durante mis oraciones a pesar de seguir presentes, quedan de lado. Y
aunque insista en molestar, cada vez que se cruza durante mis plegarias o en mi
camino espiritual, logro reencontrar mi camino, logro sostenerme y avanzar a mi
humilde ritmo y mi Conciencia volver a estar atenta a mis plegarias.
A pesar de todas
las dificultades y gracias a Dios, he logrado una y otra vez continuar
adelante, rezando mis plegarias, pues al hacerlo me siento dentro de mi refugio
y sólo puedo interpretar esa tranquilidad o esa certeza, en los susurros de mi
ángel que me alienta a seguir adelante.
“Comprendan en
qué tiempo estamos, y que ya es hora de despertar. Nuestra salvación está ahora
más cerca que cuando llegamos a la Fe. La noche ya casi ha pasado y el día está
próximo, renunciemos pues a las obras de la oscuridad y revistámonos con la
armadura de la Luz.” Romanos
13: 11 y 12
Después de muchos
años de empezar y abandonar mis trabajos espirituales, una y otra vez, un día
logré entender algo, tanto yo, como muchas personas no tenemos idea que es lo
que realmente debemos pedir, o también que plegarias son más adecuadas. Que, si
ni siquiera tengo idea cual es mi camino a seguir, tampoco a dónde debo llegar.
¿Qué pedir
entonces? ¿Que los ángeles quiten las piedras de mi camino? ¿Que me tomen de
las manos y me arrastren al camino correcto para que así yo no erre más?
Supongo yo que, los más elevados seres de Luz deben respetar nuestro libre
albedrío y ellos sólo pueden colaborar. Entonces, ¿en qué debo enfocarme?, en
conquistar mi paz interior, en dominar todo lo posible la lucha interior y así
en el silencio ser capaz de oír las palabras o respuestas de los seres de Luz.
Un día en
medio de mis plegarias, cuanto noté que casi siempre cambiaba algunas palabras
de las tradicionales oraciones, me detuve, callé por unos segundos y salió de
mi interior decir: Pero Señor, así es
como yo se rezar, así es como siento que debo rezar. No soy capaz de rezar de
otra manera. Sólo así soy capaz de mantenerme atento y centrado en ellas.
Y entonces, como
rezar antiguas plegarias textualmente como fueron escritas hace tanto tiempo se
me hacía difícil, comencé a escribir mis propias plegarias, que comenzaron a
ser cada vez más desarrolladas, más personales, más profundas que las
tradicionales plegarias y poco a poco me fui aferrando a ellas. Pues mis
plegarias personales no sólo hablan de todo aquello que quiero y necesito
sanar, a mi entender, sino que además es un recordatorio diario de mantener mi
compromiso en perseverar por avanzar en su logro.
Otro camino que
tuve que andar y desandar, fue vivir con metas o sin ellas. Ya que las metas
eran las equivocadas, lugares inaccesibles, así muchas veces me llevaban al
error o la soledad. Intenté entonces vivir sin metas intentando dejar fluir la
vida como venía.
En ese camino de
resignación, de no atender mis deseos, no esperar nada sino dejar que fuera el
Gran Hacedor que marcara mi camino diario, fue tan sufrido como los otros, pues
poco después me acusé de conformista, o que hacía mis plegarias tan sólo para
cumplir con algo que ni siquiera entendía. También de no ser capaz de sostener
un camino de esfuerzo y Fe.
Sentí que estaba
mal tan sólo rezar y que Dios envíe su ayuda y que los ángeles me empujen en el
camino que yo mismo debo realizar para alcanzar mi salvación.
En esos tiempos
lo único que comprendía era que sólo aferrándome a la Fe que tenía era como
podría acercarme a una vida de más tranquilidad interior. Y por ello, busqué de
muchas maneras distintas, rezar, meditar, pensar lo más posible en cosas
positivas. En fin, vivir buscando un camino posible para mí, que fuera
sostenible de acuerdo a mis capacidades, mi Voluntad y mi persistencia, en ese
peregrinaje en mi diario vivir intentando avanzar hacia la Luz.
Muchas veces
pensé, ¿qué me da derecho a mí a molestarme por no recibir la ayuda que pido
tan sólo por rezar un tiempo? Este mundo, esta vida, es un desafío, una
escuela, dura para algunos, o incomprensible para otros. Pensé, si yo le
reclamo a Dios, al Gran Creador, entonces ¿qué pasaría si El me reclamara a mí?
A pesar de todo
lo anterior, un día logré comenzar mis amaneceres en un ritual de plegarias y
pedidos a los seres de luz, más aún logré sostenerlo y cada día volverlo a
hacer. Después de rezar diariamente por muchos meses, un día SI comprendí algo,
que el día se me hace insoportable si no empiezo mi día con mis plegarias.
Mi Ego puede insistir
que no he recibido ninguna bendición, ningún crecimiento espiritual, ninguna
mejoría notoria, ninguna respuesta a mis plegarias… Sin embargo, me ha sido
evidente que esas horas dedicadas a mis plegarias me renuevan y purifican la
energía de mi Alma. Que esas horas de plegarias son en la mayoría de las veces,
el mejor momento que tengo en el día.
Con el tiempo me di cuenta que, lo mejor es sostener honorablemente el camino espiritual que cada uno es capaz de hacer, sea en mi caso realizar un ritual de plegarias en cada amanecer dejando abierto que recibiré la ayuda que el Gran Creador considere adecuada, y si pasa el tiempo y esa ayuda no la veo llegar, continuar de cualquier manera, pues el sólo hecho de continuar cada día mi trabajo espiritual me da la tranquilidad interior de hacer en cierta forma mi mejor esfuerzo diario, y entonces yo mismo puedo defenderme de mis propios juicios y así estar más en Paz con mi Alma y mi Espíritu.
He visto muchas
personas que tienen un enorme problema llamado ambigüedad, sufren por la culpa
de no mostrar su gratitud a Dios, al Gran Creador, o sea de rezar todos sus
días, pero por otro lado no tienen la voluntad suficiente para hacer lo
necesario para cambiar.
Todos aquellos
que tienen Fe, un día comprenden que la redención no se compra con dinero, se
logra con devoción.
También que el
Camino espiritual es un gran compromiso, que debe sostenerse con trabajo
diario, honestidad y humildad.
Nunca es tarde
para tomar la decisión correcta. Siempre es el momento correcto para abrazarse
a la FE y aferrarse a ella y no soltarla nunca más.
Y quien acepta el
desafío de invocar plegarias, tendrá que hacerlo con Fidelidad, es decir no se
puede rezar en una hora del día y el resto hacer lo que convenga pensando que
por rezar se está perdonado.
El valor
misterioso (intangible) de la Fe y de la dedicación diaria a la plegaria, es
justamente la incertidumbre de lo que se avanza. La sensación de no hacerlo es
al mismo tiempo el faro que alumbra hacia dónde ir, de redoblar el esfuerzo
para alcanzar ese lugar, ese estado del Ser, que… aunque no tenemos certeza de
cómo es, ni donde está, queremos, anhelamos, ansiamos llegar.
A mi entender de
hoy, ¿Qué es rezar?
Es liberarse de
toda competencia, no se debe rezar para logar algo. Sólo enfócate en limpiar y
purificarte a ti mismo, que sea para aprender a liberarte de todo mal, de
fortalecerte para no caer en las muchas tentaciones que invitan abandonar el
camino de la Fe.
Aun así, mi
consejo es no marcar logros a conquistar, ni siquiera en la más mínima virtud,
puesto que, repito, no somos nosotros capaces de comprender que es lo más
importante en lo que debemos mejorar, corregir, cambiar y por ello, si esforzarnos
diariamente pidiendo ayuda, asistencia a mejorar los defectos que más
claramente vemos en nosotros, después soltarlos y tener Fe que, algún día esas
carencias serán virtudes. Y no es nada poco, repetirnos a nosotros mismos todo
aquello que queremos corregir.
Algún día,
esperando con Fe, todo llegará en su momento trazado por Dios.
Entonces, hacer
un trabajo espiritual diario y no esperar nada, ¿No es bueno? No lo es, pues
significa no tener Fe. Considero que hay que asumir la obligación del esfuerzo diario
y constante y al mismo tiempo soltar con Fe al Gran Espíritu y sus seres de luz
la ayuda que tenga que ser.
Comprendí que la
ansiedad de esperar algo concreto que mi Ego o mi mente espera es el gran error
a evitar. Justamente allí está la Fe, no ser capaz de comprender que es más
importante o lo mejor para mi destino, pero creer totalmente que la ayuda
llegará, aunque no sea capaz de verla.
Espiritualidad es la decisión de Trascender nuestros
errores conocidos, luchar contra ellos con compromiso, dedicación y FE, seguir y
seguir en nuestro peregrinaje hacia nuestro interior buscando el reencuentro
con nuestra Alma y Espíritu. Seguir siempre y cada día, mirando hacia adelante
en nuestro camino de purificación.
Hace muchos años, en un retiro una amiga me comentó:
- He repetido mantras miles de veces, hice muchos
retiros con grupos, también a solas, recé a Dios, recé rituales de tribus
indígenas, también de la India, del Tíbet, recé en rituales de magia. Cada vez,
una y otra vez sólo encontré silencio y luego desesperación y soledad. A pesar
de todo eso, no sé por qué, aquí estoy otra vez en un nuevo retiro.
Cuando ella
calló, asentí con mi cabeza, poco después le dije.
- Amiga, estoy convencido que lo que importa es la
Fe y buscar todas las veces que sea necesario encontrar tus propias respuestas,
o mejor aún encontrar tus mejores preguntas, después, esperar con Fe que un día
las respuestas, o la señal de cuál es tu mejor camino llegará. Creo que la Fe
sin importar logros es la Fe más fuerte que puede haber.
Le sonreí y
agregué:
- Y aún aquel que no cree, que piensa que su Fe es
muy pequeña o débil, considero que debe continuar de cualquier manera, sus
plegarias por su paz interior. Si rezas, entonces tienes Fe. Después de todo, ¿Qué
precio estarías dispuesta a pagar por alcanzar la iluminación?
Ella agradeció y
quedó en silencio, unas respiraciones después la dejé sola en su meditación.
Santo Tomás de
Aquino dijo una vez: Tres cosas son necesarias para la salvación del hombre,
Saber que debe creer. Saber que debe querer. Saber que debe hacer.
El poder de
las plegarias es grande, aunque no seamos capaces de sentirlo. Repetir
plegarias fortalece nuestra Fe y además expresamos nuestro libre albedrío hacia
los seres de luz que deseamos su ayuda.
Nuestros problemas interiores parecen una debilidad, quizás por momentos insuperables, suéltalos y deja de enfocarte en ellos cada día, no son tan importantes. Sí es importante reconocerlos y hacer lo posible por superarlos. Rezar por ayuda es importante, pero, sobre todo, recordar en todo momento que buscamos superarlos sin metas o logros elegidos.
Es importante
soltar las ilusiones, los deseos son malos consejeros, también soltar los
convencimientos de otros (el camino de cada persona es diferente). Por ello es
importante vaciar los viejos conceptos errados, que fueron impuestos en nuestra
mente, para hacer lugar a lo nuevo. Vaciarnos de lo que no nos permite avanzar
y que dañan nuestra autoestima, como la competencia que es una necesidad del Ego.
Cuando sueltes y
descartes toda la basura que te han cargado en tu mochila y las que tú mismo
aceptaste sin darte cuenta, te sentirás liviano y de pronto lleno de Luz.
Al soltar las
ataduras y los convencimientos no queda dolor, no hay heridas, porque sólo eran
ilusiones. Y si puedes, ayuda a otros a hacerlo.
¿Quieres Paz?
deja de pensar en el pasado, también en el futuro, el presente es lo que
importa y sólo podrá alcanzarte cuando estés en el vacío.
Y si alcanzas tu
propio vacío, la alegría y amor que podrás mostrar tocará a todos y a cada cosa
que haces.
Intenta que cada
minuto de cada día sea sabiamente utilizado. Haz tu mejor esfuerzo para que sea
tu Conciencia conectada a tu Alma quien dirija tu vida y no tu mente al
servicio del Ego.
Debes aceptar que
todo lo que te pertenece, al partir de este mundo, de esta vida, todo eso pertenecerá
a otro. En cambio, todo lo que tú eres es tuyo para siempre. Todo paso
avanzado en el camino espiritual será para toda la eternidad.
Estoy convencido
que nuestra atención debe estar puesta en:
La alegría de
sentirse pleno aún en ausencia de cosas. No necesitamos nada para ser felices, eso es un
error que nos han inculcado. Seguro, no es fácil, pero en eso debemos trabajar.
La Felicidad
de sentir Armonía en compañía de otros. Si no logras estar en armonía pues alguna persona
cercana te hace sentir mal, deberías buscar que aspecto te está mostrando que
seguramente aún no has sanado en ti mismo y por lo tanto agradecerle en
silencio, por ayudarte a recordarlo.
La belleza del
Amor que logramos sentir en algunos momentos de nuestra vida. Todos tenemos días de bienestar y
deberíamos agradecerlos y recordarlos en otros momentos difíciles para no
permitirnos pensar que todo es difícil en nuestra vida. Si es difícil el camino
que podemos elegir en nuestro libre albedrío, pues si necesitamos aprender
desde el dolor, pues así será, pero también podemos elegir aprender en el
camino de la paz.
La Paz del
silencio. La simplicidad de la vida. Conquistar el silencio interior es una maravilla que podemos conquistar
paso a paso a través de nuestra diaria tarea espiritual, en el transcurso de
ese camino comprenderemos algún día que, en la sencillez de la vida, libre de
ataduras y deseos estamos cerca de la felicidad.
Quien reza es
porque tiene Fe, y si tiene Fe, encontrará un día su mejor camino a la Luz de
Dios.
La Esperanza, la
Fe y el compromiso firme en la tarea espiritual de cada diaria nos lleva hacia
la convicción que somos más que nuestra parte física.
Con Fe y esfuerzo
sincero abrirás en el momento adecuado el pasaje del puente hacia realidades
inexplicables, un plano o un lugar donde seremos mucho más que quienes somos
hoy. Y con el tiempo de esfuerzo llega a la comprensión que la Iluminación, o
la Sabiduría son alcanzables.
Aquellos que han
conocido otros planos, o han avanzado algún paso importante en su camino
espiritual aprendieron a lidiar con la incredulidad, a aceptar que siempre
habrá personas que no creerán en lo que ellos hacen o dicen.
Los escépticos nunca tendrán suficientes pruebas y
quienes tienen Fe no necesitan pruebas.
Deja de lado
la simple idea de poner un plazo para logar un paso en tu camino hacia la Luz. Piensa esto, ¿te hace feliz tu momento de
plegarias o tu momento de meditación? Si te da alegría, o paz al hacerlo
entonces ya tienes el mejor logro. Y si aún no te da la alegría suficiente,
entonces espera pronto llegará el día que te sentirás sencillamente bien tan
sólo por repetir tus plegarias y ya no querrás dejar de hacerlo.
Venimos a este
mundo a aprender, por una razón que somos incapaces de comprender no tenemos
una conexión con nuestra Alma ni nuestro Espíritu, y claro tampoco con los
elevados seres de Luz.
Podemos vivir
años de plegarias pidiendo un mensaje o una conexión con los elevados seres de
Luz y mientras nos mantengamos pendientes y aferrados a la llegada de esa ayuda
seremos incapaces de ver el más sencillo paso que tenemos enfrente.
Al morir, nuestro
espíritu vuelve a tomar el control de nuestra existencia y se abre una puerta
donde podremos encontrar esa conexión que tanto buscamos con los elevados seres
de Luz por nosotros mismos.
Aun así, uno
mismo en esta vida puede conquistar la comunicación con planos trascendidos, y
para ello, no es imprescindible ir con un médium, o encontrar un maestro
iluminado para que ayuden a recibir señales de los seres queridos o de seres
elevados en la Luz, esas personas son solo una ayuda para lograr una
comunicación más fácil, pero las señales siempre están a nuestro alrededor
(luces, sonidos, vibraciones, etc.), como tantas cosas hay que trabajar en
aprender a percibirlas y practicar mucho, entonces será más fácil.
Es totalmente
natural querer alcanzar a tener una visión del mundo de Luz que aspiramos
llegar, teniendo muy presente que a esa visión llegaremos como resultado del
diario y sincero esfuerzo. Y así las cosas invisibles se irán transformando en
sensaciones cada vez más claras o cercanas a nuestra conciencia.
Considero muy
importante resaltar que en el mismo momento que uno siente la necesidad de una
prueba, se disuelve la Fe.
La espera de ver
cumplida una prueba espiritual, transforma esa espera en un sufrimiento que
impide seguir adelante o que incluso mismo termina impidiendo que esa prueba se
cumpla.
Lo más preciado
de la vida es la incertidumbre. Sentirnos incompletos es bueno, pues fortalece
la necesidad de crecer. No comprender cuál es nuestro camino diario hacia la
Luz es bueno, pues muestra la necesidad de abrazarnos a nuestra propia Fe.
Es la Fe la que
nos conecta con nuestra Alma, y también con los seres de Luz.
Y si tenemos Fe,
entonces nos sentiremos seguros que nuestras plegarias son escuchadas y por
ello soltar en manos de Dios que conceda la ayuda que necesitamos, sin dejar
nosotros de hacer nuestro trabajo espiritual diario.
Ahora vivo mis
días creyendo en la existencia de vida después de la muerte, y desde aquel día
en que lo sentí así, mi vida cambió, nació la esperanza, se fortificó mi
voluntad para sostener mi esfuerzo diario en mi camino espiritual y al mismo
tiempo se hizo más fácil deshacerme de la pesada carga de los problemas del
cada día.
Hoy vivo pensando
en mi redención, en conquistar mi unificación con todo mi Ser. En encontrar mi
silencio interior cuando más lo necesito y entonces así, encontrar mi mejor
paso de cada día hacia la Luz de Dios.
Desde ya hace un
tiempo, en cada amanecer realizo con todo mi mejor compromiso mi ritual de
plegarias, un ritual que cada vez renace y evoluciona acompañando mi
peregrinaje en mi camino espiritual, convencido que mis plegarias son escuchadas
y que la ayuda me envuelve, aunque no sea capaz de sentirla en el momento.
Hace muchos años
comparto mis experiencias y lo que he creído aprender en ellas, tal cual muchos
otros caminantes también han compartido y así entre todos nos ayudamos.
Y así el día que
esta vida esté cercana al fin, poder tener la paz de pensar que hice mi mejor
esfuerzo por superarme y entonces mi vida no fue en vano.