Dialogo
con Santiago
Paradoja
de la Fe
Hace algunas noches atrás llegué a la hora de dormir, pero
me sentía tan agobiado que en ese estado seguramente tendría un mal dormir. Acostado
a oscuras, recordaba mis plegarias de los últimos días, y preocupado pensé, ¿lograré
sostener mi Fe?
Tantos años rezando, escribiendo plegarias y repitiéndolas
días tras día, sin embargo… aquí estoy con esta tristeza…
De pronto pensé, por qué no hablarle a mi ángel, no pensar,
sino hablar, soltar mis angustias, poner en claro que siento, quizás al hacerlo
logre alcanzar mi paz.
(No fue al día siguiente que escribí los primeros apuntes
de ese diálogo, fue el sábado, una mañana más adelante, escribí gran parte de esta
nota, pero recién hoy miércoles logré redondear todo)
Y entonces, aquella noche empecé a hablar a mi ángel.
Santiago, tener Fe es un desafío de creer lo que no puedo
comprobar, ni entender.
Entiendo que sin Fe no puedo vivir, pues a lo largo de
esta vida todo lo que veo entorno mío tarde o temprano deja de estar a mi lado,
o deja de tener valor o significado. Mis seres amados con el tiempo partirán,
yo mismo partiré… ¿Cómo enfrentar al dolor, a las pérdidas en esta vida?
Es la Fe en un plano de existencia mejor lo que da
sentido a la vida.
Pero, ¿Cómo sostener la Fe? ¿cómo continuar con mis
oraciones, si jamás recibiré un mensaje, una comprensión profunda, una certeza?
Recuerdo, los tiempos que perdí mi Fe, viví con una
sensación de soledad tan abrumadora que hacía mi vida un continuo sufrir.
¿Es que acaso seré capaz de sostener mi Fe toda esta
vida, aun rezando día a día en el más completo vacío de respuestas o compañía?
Entiendo que rezar a condición de ayuda no está bien, no
es porque rece cada día que forzosamente deba recibir una bendición que sea
capaz de sentir, pero, por otro lado, ¿cómo seguir y seguir rezando al vacío
eterno?
Solo he podido comprobar una paradoja, hacer mis rituales
cada madrugada me deja tranquilo en el sentido de un deber cumplido, un deber
que yo mismo he elegido hacer. Y si por alguna razón no lo hago, me viene una
sensación, un sentimiento de falla, de abandono. Mis plegarias de la madrugada
me llevan al equilibrio, me ayudan a descartar el agobio de pensamientos
egoístas. El refugio de las plegarias en mi templo interior es salvador.
Entonces ¿puedo pensar que, de alguna manera, cumplir con
ese compromiso personal me entrega un premio?, buen sí, tranquilidad conmigo
mismo.
Volviendo a la paradoja, ¿rezo porque espero un premio?
¿Una bendición? Yo mismo me he repetido muchas veces que no espero nada, pues,
si espero y no recibo perdería mi Fe y entonces rezar sin esperar nada es lo
mejor. (Una vez más es la paradoja, si rezo sin esperar nada no tendría Fe.)
Y si algún día recibiera algo, por poco que pueda parecer
a simple vista, entonces sería feliz.
Sin embargo, tan sólo pensar en ese posible algún día, ya
de por sí genera una expectativa que marca un esperar algo. Y quien espera,
desespera.
¿Qué puedo esperar? Que algún ser de luz me diga, vas
bien, continúa así. O quizás que me diga, mira tu camino correcto es este y no
aquél.
¿No es acaso que esperar algo, quien lo hace es mi propio
Ego? Pues, si es mi Ego, este a pesar de estar en contra de la pérdida de
tiempo de mis rituales de rezos, podría en cierta forma negociar hacerlos si es
que en algún momento recibe un premio, como ser, alcanzar la iluminación, ser
reconocido como una persona superada o algún otro premio valioso.
Entonces, ¿puedo yo, o mi Conciencia, continuar mi camino
solitario sin mensaje ninguno de respuesta?
Bueno, ya llevo varios años haciéndolo, con más o menos esfuerzo
o dedicación, pero continúo haciéndolo, es más, puedo decir que mi dedicación
ha aumentado y he sido capaz de seguir y seguir, aunque obviamente jamás recibí
ningún mensaje, ninguna certeza, pero si, como dije, sentir la paz interior de
que haciéndolo me siento cumplir y avanzar un pequeño paso hacia la Luz, quizás
insignificante, pero, es un avance.
Cumplir con mi compromiso personal, rezar las viejas
oraciones cristianas, rezar mis propias plegarias, es ser fiel a mí mismo, a mi
camino elegido, es honrar mi Alma, tan sólo hacerlo me regala paz y equilibrio.
Aunque es extraña la sensación de rezarle a Jesús, a María
o a algún Arcángel, y hacerme la idea que estoy siendo escuchado, a pesar del
abrumador silencio, sin embargo, dentro de mi Fe, continúo aceptando que así es
la Fe, rezar a pesar de todo.
Meditando sobre eso, me pregunto, ¿no será que rezo por el
miedo al vacío tras la muerte? Es cierto que el miedo a reencarnar en otra vida
sufrida en este mundo me da terror. ¿Entonces espero que mis rezos me permitan
ganar el premio de alcanzar finalmente un plano superior?
Y si fuera así, después de todo, dentro de lo humano que
pueda ser esperar algo así, ¿qué certeza podría tener? Acaso existe alguna
referencia válida y cierta, que, superando un tiempo de meditación y rezos en
esta vida, digamos mil horas o siete mil, ¿recibiré la salvación? No, no es
así, no hay certezas, ni respuestas.
Que distinto sería si esas mil horas fuesen tal cual el
límite establecido, pues miles de personas sin Fe lo harían pues el avance
hacia el premio sería fácil de contar, pero entonces no existiría la Fe pues
dejaría de tener significado, que paradoja…
Todo es un asunto de Fe, y la Fe está más allá de lo
comprobable por nuestra mente, más allá de algo medible y posible de percibir
por nuestros sentidos.
Y entonces pobre creyente que soy, qué premio puedo
esperar si aún, recibiendo un premio espiritual no sería mi mente capaz de
darse cuenta, no lo podría ver, ni tocar, mis sentidos humanos no son para eso.
Y tú mente ¿por qué me acosas sobre logros?
¿Dónde está entonces el misterioso valor de la Fe, que
reconforta tanto? ¿Cómo puede ser posible entender que aquellas personas que
han elegido abrazarse a la Fe, continúan cada día de su vida su camino, aunque
jamás reciban ningún consuelo visible, no reciban nada? Y no abandonan su Fe,
no abandonan sus rezos y los encuentran como el más valioso refugio en esta
vida.
Incluso hay miles de personas cuyas vidas son o han sido
una constante prueba de fortaleza, vidas duras y sufridas, sin embargo, en lo
peor del sufrimiento quienes tienen Fe continúan con sus plegarias y siempre
salen adelante.
Lo más curioso de todo es que la Fe es en sí personal, no
necesariamente todos tenemos una Fe parecida a otro, cada persona puede rezar
al Dios, santo o ser de luz que considera acertado y sin embargo esa Fe
personal funciona exactamente igual a cualquier otra Fe.
La Fe, nos iguala a todos, ricos y pobres, elevados
obispos o maestros tanto como simples seres que oramos, pues todos quienes
estamos en este mundo buscamos a tientas salir de la oscuridad apoyados en el
bastón de nuestra Fe.
El misterioso tesoro de la Fe es así, rezar a lo
humanamente desconocido, rezar a lo que no somos capaces de entender ni sentir,
es decir no podemos ver, ni oír y sin embargo quien tiene Fe acepta el
innegable valor de abrazarse a su Fe, pues esa energía, esa luz invisible da
consuelo en el momento mismo que nos enfocamos a rezar con Fe.
¿Acaso no podría entonces pensar que el premio mismo de
tener Fe y de rezar, es inmediato?
Sí, porque quien reza con Fe, a sus propias creencias, al
hacerlo recibe consuelo y paz pues tiene la certeza que es escuchado.
Pero obviamente, también tiene su gran premio a largo
plazo, el más misterioso de todos, ¿importa cuál es? No, sólo importa abrazarse
a la Fe y continuar día tras día con nuestras oraciones, y dejar que la luz que
nos acompaña nos guíe en ese invisible sendero hacia la Luz.
El valor misterioso (intangible) de la Fe y de la
dedicación diaria a la plegaria es justamente la incertidumbre de lo que se
avanza.
La sensación de no hacerlo es, al mismo tiempo el faro
que alumbra hacia dónde ir, de redoblar el esfuerzo para alcanzar ese lugar,
ese estado del Ser que, aunque no tenemos certeza de cómo es, ni dónde está,
queremos, anhelamos, ansiamos llegar.
Si Santiago, entonces, reafirmo mi compromiso, continuaré
rezando, orando y repitiendo mis plegarias, continuaré cada día de mi vida
abrazado a mi Fe, aunque sea poca, y continuaré pidiendo ayuda tan sólo para
recibir luz en mi conciencia y así tener más Fe y más convicción que ese es el
verdadero camino de mi vida.
Y te pido también que me ayudes a ser capaz de contagiar
a otros a abrazarse a su propia Fe y que sus plegarias diarias les ayuden a
caminar siguiendo su propio sendero hacia la Luz.
Gracias. Amén.
PD. Podría quizás revisar este artículo muchas veces para
intentar mejorarlo, pero temo que perdería su esencia. Entonces, que quede así,
y que la Luz de Dios lo bendiga y sea útil para otros. Gracias.