Hoy me comunicaba
con mi hija que dijo haber estado leyendo varios de mis artículos, y que sentía
que había un tema que lo había mencionado muchas veces pero que no había sido
el tema principal del artículo del día.
Entonces escribió
una reflexión y me la envió. Yo hago honor a su regalo y la publico como parte
de este artículo.
Ella escribió lo
siguiente:
Muchas veces vivimos nuestras vidas en piloto automático, siguiendo un proceso que se decidió hace mucho tiempo y aunque nos lleve a situaciones que para nuestro presente no tienen lógica alguna, continuamos por el mismo camino, por no analizar si nuestra vida actual es la que deseamos verdaderamente.
Muchas veces esas
situaciones, cuando cruzan por nuestra mente son como una piedra en el zapato,
ese “debo” pero “no puedo”, ese “¿y cómo se supone que mejore?”, eso que se nos
cruza por la mente y tendemos automáticamente y rápidamente a desplazar hacia
otro pensamiento porque “no podemos hacerlo mejor de lo que lo hacemos”
Esas situaciones
pueden variar para cada persona, puede ser el trabajo, una relación, la carrera
que se estudia, la pérdida de un ser querido, etc.
El sólo pensar en
ellos nos lastima, por lo tanto, tratamos de desviar la atención de ello,
pensando que las cosas son como son y no hay forma de que mejoren.
Es aquí el tema
de esta reflexión, el evitar pensar en ello es incurrir en un error, ya que, al
hacerlo, perdemos de analizar las posibles opciones o alternativas para aceptar
el problema y el dolor que causa y buscar un cambio.
Muchas veces
estamos influenciados por lo que creemos que los demás esperan de nosotros,
falsas creencias o excusas, ya que es más fácil seguir como estamos, que
aceptar que algo está mal y accionar al respecto.
Otras veces
cuando un ser querido parte, la mente recurre al hecho más de una vez, no aceptándolo
y generando pensamientos autodestructivos y sufrimiento. Posiblemente si ese
sufrimiento es extendido sea porque sentimos que, si no lo sufrimos lo
suficiente, es porque realmente no amábamos tanto a esa persona.
Todas las excusas por las cuales no se toma la decisión de aceptar el cambio necesario y transmutar, son simplemente excusas y aplazamientos que nos tomamos porque no nos sentimos listos aún. Pero la única manera de avanzar en nuestro camino es hacerlo, enfrentar la situación por más dolorosa que sea. Reflexionar como debería ser y cuales son todas las cosas que tengo a mi alcance para mejorar y cambiar.
Para ello,
primero y antes que nada debemos apagar el piloto automático que controla
nuestras acciones, detenernos por unos instantes a reflexionar sobre todos los
aspectos en nuestra vida, para poder identificar lo que deseamos que continúe
con nosotros y que no deseamos que conviva más con nosotros.
Esta etapa puede
ser muy dolorosa al principio, pero una vez emprendido el cambio, el dolor
deberá quedar allí y no seguirnos en nuestro nuevo camino.
Jeanine Barbé
Ahora agrego algunos razonamientos de mi parte.
¿Qué viene a ser vivir en piloto automático?
Es simplemente vivir de acuerdo a nuestra educación, a los conceptos familiares, los hábitos y costumbres de nuestra sociedad, cuidar nuestro orgullo, nuestra comodidad.
Es también vivir
sin querer asumir el control de nuestros pasos, seguimos el rumbo que nos
marcan otros, seguimos el rumbo que nos indica nuestro Ego, es decir, el disfrute
del momento, el orgullo, el egoísmo, la comodidad y el mínimo esfuerzo.
Vivimos nuestra
vida soportando muchas cosas que nos incomodan, nos tienen tensos en todo momento,
incluso hasta cuando dormimos, vivimos más que nada cuidándonos de sufrir el
menor daño. El miedo al cambio, a lo inseguro, al qué dirán, la duda, el
orgullo de no aceptar nuestro error, la comodidad de lo conocido.
La piedra en el
zapato no sale sola, podemos seguir caminando con ella ahí, o podemos decidirnos
parar y sacarla, es decir aceptar que debemos cambiar.
Podemos vivir
cada día viendo nuestro error o podemos aceptar cambiar, aunque nos demos
cuenta que llevará un gran esfuerzo modificar nuestra vida y nuestras
costumbres.
Es posible vencer
a la comodidad y al miedo, sólo cuando comprendemos que el “pequeño” malestar
no se irá si seguimos tal cual venimos hasta hoy y que el posible dolor o
molestia que cause el cambio temido llegará un día que desaparecerá junto con
la piedra que quitamos.
Tenemos algo muy
importante a agregar, según lo que se piensa será lo que se vive, pues nuestros
pensamientos atraen experiencias que reflejan esos pensamientos. Vivimos por lo tanto lo que pensamos, entonces
debemos cuidar que pensamos.
Entonces, evitar
pensar en aquellas cosas que nos suceden y hacen sufrir, es hacerse trampa a
uno mismo. Por no pensar eso no evita que continúen sucediendo las situaciones
dolorosas.
Y cuando
aceptamos pensar en nuestros problemas y nuestros sufrimientos, ser sinceros
con nosotros mismos y por lo tanto buscar qué es necesario cambiar, entonces
por fin poner toda nuestra energía para tener la fuerza y la voluntad de
cambiar.
Cada uno es
responsable de su propio camino, no importa lo que otros opinan de nuestro
hacer, nadie caminará por nosotros. Generalmente los conceptos sociales son
justamente los que nos provocan infelicidad o problemas con nuestro interior,
pues no aportan alegría a nuestra Alma, así que cualquier logro material o
mundano que pueda lograrse, con suerte dará una alegría que en muy poco desaparece,
en cambio alcanzar una meta espiritual por pequeña que sea, regala una alegría
permanente.
La partida de un
ser querido, si es alejamiento de un amigo o una pareja debemos aceptar que son
situaciones que siempre con el pasar del tiempo comprendemos que ese
alejamiento nos regaló un aprendizaje importante. Y que, todo lo que insistimos
en sufrir por muchos días por no soltar, ese dolor no acercó a la persona, y
que finalmente aceptamos que recién cuando aceptamos soltar es cuando se crea
el espacio para nuevas cosas buenas en nuestra vida.
Cuando la partida
es por fallecimiento, a pesar del dolor, debemos aceptar que es el proceso
normal de todos, nacer, vivir y morir. Por más duro que sea, sufrir y
desesperar no soluciona nada, ni tampoco demuestra cuánto quisimos a la persona
que se fue. Demostrar todo lo que se la quería es recordar todas las cosas
buenas que nos dejó que aprendimos de ella y cuánto fuimos capaces de amarla.
Si realmente
queremos escapar del diario sufrir, debemos dejarnos de excusas, aceptar que
debemos cambiar, y poner todo nuestro esfuerzo en llevar adelante el cambio.
Transmutar, o sea
modificar nuestra esencia por una nueva, puede ser duro, pero a la larga será
el único camino para ser una persona mejor, que por haber avanzado ya no caerá
en viejos problemas, y sabrá mirarlos desde la distancia y alegrarse por el
logro personal.
Para poder poner
en marcha el cambio interior, para poder transmutar, será necesario, dejar de
lado las viejas costumbres. No podemos esperar resultados nuevos repitiendo
siempre lo mismo que acostumbrábamos hacer.
Entonces, hay que
parar en nuestro camino, dejar de lado todos los muchos pensamientos y
sugerencias que lleguen del subconsciente, de la mente al servicio del Ego, poner
la mano sobre el corazón, y preguntarle qué camino es el que más feliz te hará sin
importar tus viejos hábitos, ni costumbres, ni opiniones de otros.
Cuando decidimos
caminar por un sendero en nuestra vida, si el camino No va de acuerdo a nuestra
Alma sucederán un sinfín de problemas y estaremos constantemente tensos. Si
está en sintonía con nuestra Alma, caminar en él genera bienestar.
Un dolor diario
en nuestra vida, lo podría comparar con una espina clavada en nuestro cuerpo,
no duele demasiado, pero está ahí molestando, ¿qué prefieres, sentir esa
molestia por mucho tiempo o soportar un poco de dolor mientras te la quitas?
Espero que ambas
reflexiones sean de ayuda para usted.
Paul Barbé.