viernes, 7 de junio de 2019

Fe y la difícil meditación


En 1976 mi padre sufrió un derrame cerebral y eso le provocó una parálisis de sus miembros izquierdos. Así comenzó un período muy duro para mi madre y yo que se extendió hasta julio de 1981.
Muchas veces recé, muchas veces pedí por la recuperación de mi padre, pero él estaba cada vez peor. Y ya que mis ruegos y rezos parecían no ser escuchados mi Fe se fue apagando.
En 1979 visitamos con mi esposa unos tíos en la ciudad de Canelones,  en aquella casa conocí los libros de Lobsang Rampa, en aquella larga visita me entretuve leyendo uno de ellos, cuando llegó la hora de volver la prima de mi esposa me prestó el que había leído.
Aquel libro me llevó a comprar otros del mismo escritor, comencé por primera vez el descubrimiento del mundo espiritual. Si bien la mayor parte de lo que leía hablaba del Tibet antes de la invasión china y de historias de monjes en sus templos, mi mente me transportó a aquel lugar del pasado.
Cuando leí “mi vida con el lama” me fascinó la explicación sobre cómo practicar viajes astrales, lo intenté muchas veces, lo único que logré fue dormir en mi cama. Una vez más luego de muchos intentos fallidos abandoné esa práctica.

En 1980 la economía de mis padres se derrumbaba y tuve que abandonar mis estudios en facultad de química y buscar trabajo.
Luego de la partida de mi padre, mi madre que había luchado tantos años cuidando diariamente a mi padre, cayó enferma y al recuperar su salud su estado emocional quedó muy afectado.
El transformarme en el hombre de la familia cambió mi forma de vida,  me apartó de todo camino espiritual por años y aprendí a salir adelante en el mundo materialista.
Afortunadamente, mi vida siguió desafiándome, los cambios venían forzados por las circunstancias y yo debía adaptarme. Y así fue entendiendo que cada vez que lograba salir adelante luego de un duro tropezón, internamente yo había crecido. Por unos años eso lo interpreté mal, entendiendo que yo era fuerte e inteligente y así siempre resurgiría.
Sin embargo, los años me mostraron que construía castillos de papel y que los vientos de cambios los derribarían una y otra vez.
Fue cuando comenzaron los ciclos de angustia, dolor y depresión. Caía en ellos sin comprender por qué, a veces lograba cosas que me confortaban sin embargo duraba muy poco la alegría.

Terminé aceptando que el problema era interior, no podía vivir sin Fe, pero ¿Fe en qué?
Me había apartado de la religión cristiana pues la consideraba inadecuada a mis necesidades, no aceptaba las oraciones. Sin embargo entendía que algo debía llenar mi interior puesto que el mundo exterior nunca lo llenaría.
No podía echar la culpa al mundo ni a los demás de mis rencores, mis dudas, mis enojos ni mi falta de Fe.
Los años pasaron y no encontraba cómo abrir la puerta al plano espiritual, parecía ser tan incompatible con el mundo exterior.
Constantemente la vida me ponía pruebas, yo caía y volvía a levantarme. Vivía en un permanente ciclo sin fin que pasaba de la satisfacción o alegrías efímeras a períodos de profunda angustia, no tenía idea de cómo controlar mi ser para liberarme de esa inestabilidad.
Recuerdo un período de mi vida en el cual viajaba de lunes a viernes un promedio de 500 kms diarios, muchas veces mientras conducía me decía a mí mismo, “me tiene harto este trabajo”
Mi ex esposa llevaba años con problemas psicológicos iniciados con la pérdida de su primer embarazo, le había pagado psicólogos, psiquiatras, terapias nada le daba solución, un día ella recibió un tratamiento de Reiki y quedó fascinada, me pidió el dinero para hacer su iniciación. Poco después ella hizo su iniciación. Yo no creía en esa práctica pero ella decía que le hacía bien.
Una tarde al volver de mi viaje, me dolía la espalda, la ciática, me tiré en mi cama, el dolor era muy fuerte, había tomado un calmante pero el dolor seguía fuerte. Entonces ella me dijo, “si quieres te hago Reiki.” Yo no creía en eso, pero pensé nada pierdo con dejarla hacerlo.
Ella puso sus manos, minutos después el dolor menguó y no mucho después me dormí.
Al otro día al despertar me sentía totalmente aliviado y entonces decidí hacer yo mi iniciación.

En marzo de 1996 conocí a mi maestro de Reiki, Plinio Cutait, disfruté ese fin de semana en una pequeña casa llamada Manantiales, en Punta Carretas, Montevideo.
Recuerdo la pregunta de una señora compañera del seminario. “Maestro y ahora que nos vamos a casa, ¿qué hacemos?” el maestro dijo “Auto tratamiento”
El auto tratamiento terminó siendo algo similar a una meditación, era una lucha no dormirse haciéndolo.
Los inicios de mi camino en Reiki me llevaron a conocer personas maravillosas y con ellas la propuesta de meditar.
Ya no sé cuántas veces intenté meditar y terminaba o igual que con el auto tratamiento, dormido o fastidiado pues  no lograba parar mis pensamientos.
Apenas unos meses después la empresa me dió el despido, con mis dos hijos pequeños afronté la nueva prueba y en medio del desempleo un día recibí la llamada telefónica de mi maestro justo cuando intentaba decidir si era apropiado que estando desempleado gastara U$500 para mi iniciación en Reiki 2. Fue una señal y la acepté entonces decidí lanzarme a esa experiencia. 
El año 2001 inició una crisis económica en Uruguay que terminó provocando un nuevo despido para mí, en junio del 2002 salí del país para buscar trabajo en mi exilio que me permitiera pagar mis deudas, estaba en proceso de divorcio, dejé mis hijos e inicié un nuevo período de prueba.
Al año siguiente llegué a Italia donde conocí una nueva maestra y con ella meses después realicé mi maestría en Reiki. Los caminos que Dios nos lleva.
En marzo del 2004 volví a Uruguay. Los años pasaron y continué fracasando en mis intentos de meditar, continué durmiéndome al hacerme Reiki. Cada vez que volví a intentar rezar de distintas maneras volvía a los mismos caminos desiertos.
Sin embargo, desde aquel 1996 cada vez que las cosas iban mal me refugiaba en mi Reiki en la búsqueda de mi silencio interior.
 A fines de 2008 mi compañera de aquel entonces se separó de mí y caí en un largo período depresivo, fue el Reiki y mis muchos intentos fallidos de meditar que lograron sostenerme.
Mi vida cambió, en el 2010 inicié una nueva relación y la vida pareció sonreír nuevamente, a mediados del 2011 surgió la idea de escribir mis vivencias espirituales en un blog, y así comencé a escribir. Al principio muy seguido, pues sentía que tenía mucho para compartir, luego mi Ego me desmotivó al ver que muy pocas personas leían mis artículos. Un día dejé de escribir.

Pasó el tiempo, otra vez en noviembre pero de 2015 mi relación otra vez se desmoronó y caí otra vez en un período depresivo muy hondo, quizás el peor.  El año siguiente fue un viaje que inicié por las catacumbas de mi ser, para ir encontrando todas mis sombras, para ir mirando cada una de mis tristezas.
Como estaba difícil acepté iniciar terapia, semanas después mi psicóloga me recomendó un grupo de meditación asociada a Deeksha, me integré a las reuniones de meditación me ayudaron, después me integré al movimiento de Deeksha, hice mi iniciación poco tiempo después la abandoné. El grupo de meditación se separó a fines del  mismo año. Sin embargo agradezco a todos con quienes me encontré y más aún pues ese año fue mi real encuentro con la meditación.

Poco a poco fui encontrando mi camino de poder meditar, cantando. Las canciones comenzaron con mantras y con el tiempo llegó la inspiración para crear mis propias canciones.
Mis canciones son muy sencillas y hasta hoy se refieren sólo a lo que yo interiormente debo lograr en mi camino interior, en mi búsqueda de paz y mi reconciliación amorosa con la vida.
Las semanas y los meses pasaron hasta que un día recibí una invitación a un retiro de Reiki a inicios del 2017, pensé que desde el año 2000 no iba a uno, entonces algo me llegó a mi mente y me dijo que tenía que ir.
Los misterios de la vida, me llevaron a reencontrarme con mi primer maestro, a volver al mundo de Reiki y me llevó a conocer a mi nuevo amor.
Hoy agradezco al Padre del Universo haberme encontrado con ella, una compañera maravillosa.
Pero volviendo a mi camino espiritual, mis cantos diarios al despertar cada madrugada siguieron ayudándome, mis intercambios de Reiki a distancia al final del día con mi compañera que vive a 300kms han traído a mí la paz necesaria antes de dormir.

Algo que yo no entendía era que veía mi camino espiritual  estancado.  Mis cantos de meditación de las madrugadas parecía que no me llevaban por un progreso espiritual sin embargo luego del tiempo noté que me regalaban un encuentro conmigo y aquellos días que no contaba con tiempo para cantar, ese día se hacía menos llevadero. Así que los cantos se formaron un hábito saludable en mi vida. Lo mismo con los intercambios de Reiki tarde de la noche, menos horas de sueño pero más armonía en mi vida.
El año pasado recorriendo la feria de Tristán Narvaja con Anna visitamos una librería y encontré un libro sobre ángeles y como practicar contactarse con ellos.
Inicié mis prácticas con entusiasmo hasta volver a aquellos viejos fracasos de mi pasado. Fue cuando me di cuenta que aún tenía un problema de falta de Fe.

A inicios de este año mi madre con sus 87 años comenzó a sentirse mal de su estómago y luego de muchos estudios terminó encontrándose un tumor a operar. Acompañé a mi madre durante todo un mes en el hospital, día tras día.
Fue en esos días donde comencé a leer un libro que compré en nuestras vacaciones de semana turismo en Piriapolis. Pactos y Señales de J.J. Benítez. Siempre tengo muchos libros a la espera para leerlos, ¿por qué justo en el inicio de la internación de mi madre comencé a leerlo? 
Porque las casualidades no existen, como dice Giménez… el Padre Azul escribe muy derecho en líneas muy torcidas.
Comencé a leer sus relatos y así la ventana de la Fe volvió a abrirse, claro puede decirse que todos los seres humanos cuando están en un período duro se acuerdan de la Fe. El caso es que volví a hacer mis plegarias y a pedir a Dios.
Tal cual escribe Benítez en sus pactos y señales una tarde mirando la calle desde una ventana del hospital, pensé Dios si escuchas mis palabras dame este mensaje, que la matrícula del próximo vehículo termine en 9. Esperé pasó una moto, terminaba en 9. Era la primera vez que recibía una respuesta positiva.
Al día siguiente recordando eso, otra vez mirando la calle, esa vez desde el final del corredor del primer piso del hospital. Pensé, Dios si te agradan mis cantos de las madrugadas déjame ver un 9 en la siguiente matrícula o si a los ángeles (con los que nunca había podido contactarme) les gusta que termine en 8. Segundos después llega una moto, gira y estaciona en la vereda de enfrente miro la matrícula termina en 8.
Ya eran dos veces donde recibía una respuesta donde las probabilidades eran mucho menores sin embargo la mano del Gran Padre todo lo puede.
Hace dos días en mi trabajo pensaba en el libro que llevo escribiendo desde mis vacaciones en 2012, le he hecho cientos de revisiones y cambios. Hace un par de meses lo imprimí y le entregué a Anna para que lo leyera. Luego mi hija quiso leerlo, sin embargo dado que demora mucho me pregunté ¿debo registrarlo y llevarlo a una editorial o debo esperar que lo lea?

Necesito una señal, busqué un cuaderno sin uso y decidí iniciar un cuaderno de pactos y señales, escribí una introducción y luego mi pacto.
“Dios te pido que me des una señal. Cuando llegue a mi moto hoy que en la matrícula de la moto a la izquierda de la mía vea en su terminación tu señal para saber qué hacer con mi libro “Nuestra”. Si termina en 5 significará que debo llevar el original y registrarlo y luego enviar copia a una editorial.
Si termina en 55 o 56 significa que ese libro es de tu agrado.
Si termina en 9 significa que debo esperar los comentarios de quienes le entregué para saber su opinión.
Si termina en un número mayor a 95 significa que el libro necesita una revisión profunda. Gracias Señor”
“PD. Si llegara a olvidarme de mirar la matrícula, entonces continuará el pacto hasta el próximo día de regreso de mi trabajo”

Al llegar al lado de mi moto, saqué una foto con mi celular antes de cruzar, desde el lado opuesto de la calle. Luego cruce y miré las matrículas. Izquierda  DAY0351 derecha DAX784. Pensé entonces no hay mensaje. Y partí hacia mi casa.
Rato después de llegar a casa volví a mirar la foto, las matrículas, pero de pronto veo que le espejo de mi moto (y sólo mi moto) brillaba la luz del sol, miré mi matricula DAF379. Si tengo mi mensaje.
Dios quiere que deje leer a mis seres queridos el libro y escuche sus opiniones.
Ayer llegando a mi moto miro otra vez y la matrícula de la moto a la izquierda  DAZ0555, ¡increíble!, crucé la calle y volví  sacar una foto otra vez. Gracias Dios.
Hoy estoy físicamente muy cansado, hace más de un mes que duermo pocas horas, cuidando a mi madre y trabajando.
Pero interiormente estoy Muy Bien, al fin estoy completo, he encontrado mi camino a Dios, cuando canto vibro en mi interior, encuentro mi paz.
Cuando medito mi mente no para pero eso no importa, siempre una y otra vez vuelvo a mi centro, vuelvo a mi lugar, vuelvo a mi templo interior.
Cuando las cosas parecen estar mal “Afuera” vuelvo a mi refugio interior, busco contacto con mi espíritu eterno y frente a lo eterno las cosas adversas de esta vida sólo son enseñanzas.

Todos estos días medito sobre lo efímera de esta vida, de esta escuela en este mundo y sobre la próxima vida en el siguiente plano, del cual nada sé, pero acaso como puede una mente material imaginar ¿cómo puede ser la eternidad? Recuerdo una frase, “una oruga puede pensar que su fin es el final sin embargo se transforma en una mariposa”
Desde mi Fe comprendo que en el siguiente plano de existencia estaré bien, estaré próximo a muchos seres queridos,  en un estado de paz, amor y alegría permanentes.

Recuerdo las palabras de mi primer maestro “Habla siempre en primera persona”
En mi Fe acepto que Dios siempre está atento a mis deseos y mis palabras. Que siempre están los ángeles cuidándome. Soy yo, quien debe depurar mis pensamientos, soy yo que debo descartar mi carga en la mochila, soltar mis ataduras, soltar mis emociones. Agradecer y estar atento a las señales.
Y cuando las señales no llegan, meditar, cantar, respirar hondo y esperar en mi paz interior, dentro de mi templo encontraré la luz que ilumine mi camino.

Un abrazo a la distancia a quienes leen mis relatos.
Paul Barbé